El espectro que flota: una relectura poética del cartel de Tiburón
Este cartel de Jaws (titulada Tiburón en el ámbito hispanohablante) no es el clásico póster que todos recordamos con la silueta del escualo ascendiendo desde las profundidades. Aquí, se despliega una interpretación casi onírica, una relectura visual que desata nuevas olas de significado. El océano ruge bajo un cielo que no solo amenaza con tormentas, sino que materializa la silueta del tiburón en la forma de una monumental nube, como si la bestia hubiera trascendido el agua para colonizar también el aire, el viento, el mismísimo firmamento.
La composición es extraordinaria. En primer plano, un barco solitario —el Orca, aquel santuario y tumba flotante— se enfrenta a la vastedad del mar teñido de un verde sombrío, mientras el horizonte es devorado por la monstruosa nube en forma de mandíbula. Es una visión casi apocalíptica donde la naturaleza no solo acecha desde las profundidades, sino que se cierne omnipresente, como una maldición suspendida en el cielo.
El diseñador del póster, quien firma como Phase Runner, convierte al tiburón en un símbolo abstracto y omnipotente, una presencia que trasciende su condición animal para convertirse en una idea, un trauma colectivo, una amenaza que ya no necesita emerger del agua porque habita en la psique de los personajes… y del espectador.
El uso del color es especialmente evocador. La paleta se debate entre el frío del océano y los destellos cálidos del cielo, como si estuviéramos atrapados en un atardecer eterno, un limbo cromático donde la esperanza se diluye entre las olas. El rojo del título, JAWS, resplandece como una herida abierta, un grito impreso que rompe la serenidad aparente del resto de la imagen.
El cartel destila una estética poética y atmosférica, donde el horror ya no se muestra de forma explícita, sino que se insinúa con la elegancia de una amenaza latente, como si el verdadero miedo no residiera en el mordisco, sino en la espera, en la percepción dilatada del peligro que nos rodea, que nos observa, que flota sobre nosotros.
Este póster no solo rinde homenaje a la obra maestra de Steven Spielberg, sino que la expande, la reinterpreta desde una sensibilidad contemporánea que abraza lo simbólico y lo etéreo. El tiburón, ya no como depredador tangible, sino como un espectro que navega entre el aire y la memoria. Una imagen perfecta para recordarnos que los verdaderos monstruos no siempre nadan: a veces, simplemente, nos sobrevuelan.
