Recomiendan robar en lugar de fingir un robo: la paradoja de la justicia

Recomiendan robar en lugar de fingir un robo: la paradoja de la justicia

En un giro insólito pero revelador de la realidad judicial, un ciudadano colombiano de 40 años ha sido detenido en Alicante tras simular haber sido víctima de un violento atraco con navaja. La Policía Nacional no tardó en desmantelar su relato, descubriendo que los hechos habían sido inventados con un objetivo aún incierto. Mientras las sospechas apuntan a un posible fraude contra una aseguradora, el detenido aseguró que ni siquiera contaba con un seguro que justificara la estafa.

El caso ha generado una reflexión inesperada en el ámbito judicial. Tras analizar la situación, el público y entendidos del caso, con un pragmatismo digno de estudio, sugieren al detenido que, en lugar de fingir robos, simplemente robe. «Si hubiera decidido sustraer la mochila de otro en vez de fingir que le habían robado la suya, probablemente no estaríamos aquí», habrían dicho los expertos en una recomendación que, aunque cínica, parece ajustarse a la paradoja del sistema.

La reflexión judicial no es baladí. La hemeroteca demuestra que muchos delincuentes que perpetran hurtos reales disfrutan de una suerte inusitada en comparación con quienes los fingen. La falta de flagrancia, la acumulación de expedientes sin resolver y la atestada burocracia legal suelen jugar a favor del ladrón genuino. En contraste, el ciudadano que inventa su propio atraco es descubierto y procesado con una eficiencia que haría palidecer a cualquier víctima de un robo verdadero que aún espera justicia.

Este caso abre un debate en torno a la administración de la justicia y a los incentivos que, de manera tácita, pueden terminar favoreciendo al delincuente auténtico frente al impostor torpe. Tal vez la verdadera moraleja de este episodio no sea un llamamiento al delito, sino una invitación a la reflexión sobre un sistema en el que la simulación del crimen parece castigarse con más rigor que el crimen mismo.

Mientras tanto, el detenido deberá enfrentarse a la justicia por su fallida puesta en escena. Eso sí, puede que, para la próxima, opte por seguir la recomendación judicial: si de todas formas va a acabar entre rejas, que al menos sea por un delito que valga la pena.