Jami Gertz, la actriz que convirtió el olvido en oro: entre las sombras del cine y los imperios del capital
Jami Gertz: de musa ochentera a magnate del baloncesto y la alta sociedad
El pasado viernes, en las soleadas calles de Los Ángeles, una figura deslumbrante pero casi irreconocible para quienes la recuerdan de sus días de gloria en los años ochenta, volvió fugazmente al foco público. Era Jami Gertz, la actriz que conquistó al público en cintas de culto como The Lost Boys (Jóvenes ocultos) y Sixteen Candles (Dieciséis velas), y que más tarde dejó la interpretación para forjar una vida alejada del ruido de Hollywood, convertida en una de las mujeres más ricas del planeta.
A sus 59 años, luciendo un traje floral con la misma gracia que antaño, Gertz ha transitado un camino tan singular como improbable: de estrella juvenil de películas icónicas, a empresaria y filántropa de alto perfil, y copropietaria de un equipo de la NBA.

La forja de un icono ochentero
Nacida en Chicago, Gertz comenzó en televisión a muy corta edad, pero fue en 1987 cuando dio su salto definitivo a la fama con Less Than Zero (Golpe al sueño americano), un drama sobre adicción donde compartió cartel con Robert Downey Jr. y Andrew McCarthy. Ese mismo año, se ganó un lugar en la mitología del cine de género interpretando a una seductora vampiresa en The Lost Boys, junto a Kiefer Sutherland y los eternos Corey Feldman y Corey Haim.
En 1989 contrajo matrimonio con Tony Ressler, entonces empleado del banco de inversión Drexel Burnham Lambert. Lo que entonces parecía una unión de actriz y banquero, con el tiempo se revelaría como una alianza entre dos personalidades con gran olfato para los negocios.
Entre Hollywood y las finanzas
Durante los noventa, Jami mantuvo una carrera constante, apareciendo en Twister (1996), su último gran éxito de taquilla, y en series como Seinfeld, Ally McBeal y ER. Al mismo tiempo, Ressler emergía como figura dominante en el capital privado, fundando Apollo Global Management y más tarde Ares Management.
Entre 2002 y 2006, Gertz protagonizó la sitcom Still Standing, y en la siguiente década tuvo su último papel protagonista en The Neighbors, comedia de ciencia ficción que concluyó en 2014.

Del celuloide a la cancha
En 2015, Jami y Tony Ressler se convirtieron en copropietarios de los Atlanta Hawks, franquicia de la NBA, junto al exjugador Grant Hill. El cambio de manos llegó tras la polémica que forzó la salida del anterior propietario por comentarios racistas. Desde entonces, la pareja ha aportado un aire renovado y un perfil cosmopolita a la gestión del equipo.
La fortuna conjunta que han acumulado es asombrosa: Forbes estima que Ressler cuenta con más de 14.000 millones de dólares, mientras que Celebrity Net Worth sitúa a Jami en torno a los 12.000 millones, cifra que ha encendido no pocas conversaciones en redes. Ella, sin embargo, matiza la narrativa:
“Todos creen que me casé con un hombre rico, pero cuando nos conocimos yo ganaba más que Tony. Pagué nuestra primera casa, nuestras primeras vacaciones. Me casé con él porque estaba enamorada.”
Una estrella que nunca se apagó
Aunque su carrera cinematográfica se haya ralentizado, Gertz sigue vinculada al mundo de la interpretación, con apariciones recientes como en la comedia negra independiente I Want You Back (2022). Su brillo, ahora, se reparte entre las alfombras rojas ocasionales, la filantropía, los negocios y los palcos de la NBA.
Jami Gertz es, en esencia, una rareza hollywoodiense: una actriz que supo apartarse del foco sin desaparecer, que transformó su carisma en un emporio y que, como en sus películas de culto, siempre deja la sensación de que su mejor escena aún podría estar por venir.

Jami Gertz, la actriz que convirtió el olvido en oro: entre las sombras del cine y los imperios del capital
Ni Tom Cruise, ni Brad Pitt, ni siquiera Jennifer Aniston. La intérprete más rica de Hollywood no figura en los carteles de los últimos blockbusters, ni es blanco de los flashes en las alfombras rojas. Se llama Jami Gertz, tiene 59 años y una fortuna personal que asciende, según Forbes, a la asombrosa cifra de 8.000 millones de dólares. A su lado, su marido, el magnate Tony Ressler (64), suma otros 11.300 millones. Una pareja cuyo patrimonio familiar eclipsa sin esfuerzo a las mayores luminarias del star system, y sin necesidad de recurrir a secuelas ni plataformas de streaming.
Gertz, cuyo rostro tal vez recuerde el espectador más cinéfilo por títulos como Jóvenes ocultos (1987), Golpe al sueño americano (1987) o Twister (1996), fue una presencia habitual en la pantalla durante los años ochenta y noventa. Sin embargo, lejos del drama de los focos, eligió otro tipo de aventura: la vida privada. Tras casarse con Ressler en 1989 y formar una familia con tres hijos —Oliver, Nicholas y Theo—, Gertz fue apagando su figura pública y enfocándose en otras pasiones más silenciosas, pero mucho más rentables.
Y es aquí donde la historia adquiere un matiz irónico y encantador. Porque, como ella misma contó a Hollywood Reporter, en los inicios del matrimonio, la que traía el pan —y las casas— era ella: “Todo el mundo cree que me casé con un hombre rico. Pero cuando conocí a Tony, yo ganaba mucho más. Pagué nuestra primera casa. Pagué nuestras primeras vacaciones. Me casé con él porque me enamoré de él”.

Pero Tony tenía olfato de cazador en la jungla de las finanzas. Mientras la carrera de Gertz se diluía en la niebla del olvido mediático, Ressler fundaba Ares Management, un coloso de la inversión global con intereses que van desde el sector inmobiliario hasta la sanidad, la tecnología o el deporte profesional. Juntos compraron acciones de los Milwaukee Brewers de béisbol, y más tarde se convirtieron en propietarios de los Atlanta Hawks de la NBA. Lo que empezó como una caída de cortina para una actriz, se convirtió en un telón que se alzaba hacia los cielos del capital.
Gertz y Ressler no viven en una casa, sino en un templo sin ostentación en Beverly Park, esa urbanización cerrada y codiciada por la élite de Los Ángeles, dentro del mítico código postal 90210. También poseen una residencia en Malibú, frente al rumor salado del Pacífico. Pero a diferencia de muchos de sus vecinos, su mayor ostentación es su generosidad.
La pareja figura habitualmente entre los mayores filántropos de Hollywood. En 2010, The Giving Back Fund los reconoció como los más generosos donantes de la industria. Jami, especialmente, está volcada en causas relacionadas con la infancia, la educación, la investigación contra el cáncer y el sida, y proyectos para combatir la pobreza estructural.

Así, la actriz que dejó de ser estrella terminó brillando más que nunca. No en las marquesinas, sino en el mundo real. Allí donde el dinero es poder, y el poder puede ser, si se quiere, herramienta de bien.
Gertz no es un mito de Hollywood. Es otra cosa. Es una constelación discreta que aprendió que el verdadero éxito no siempre se encuentra en los créditos finales, sino en las decisiones invisibles que definen el curso de una vida.