Del chapuzón sugerente al festín carnal: los desnudos en la saga Piraña

Hay sagas que devoran con violencia. Piraña lo hace también con deseo. Desde sus inicios como modesto pastiche de horror acuático hasta convertirse en orgía acuática de sangre, carne y bikinis volando, la franquicia ha sabido nadar entre el terror y el erotismo, entre la serie B más juguetona y la explotación más gozosa. Y si algo ha sido constante a lo largo de sus distintas versiones —además de los dientes afilados y los chillidos de las víctimas— es el cuerpo humano: mostrado, saboreado, expuesto con desvergüenza y deleite.

1978: el primer mordisco, el topless insinuado

En la original Piraña de Joe Dante, rodada con poco dinero pero mucha imaginación, el erotismo no es protagonista, pero sí está presente como brisa veraniega y lujuriosa. Hay topless tímidos, fugaces, casi pudorosos, como si el desnudo no quisiera interrumpir la historia sino colarse por los resquicios de la piel mojada. No hay sexo explícito, pero sí ese ambiente libidinoso propio del campamento juvenil donde la amenaza no son solo los peces mutantes sino también los impulsos reprimidos.

Captura-de-pantalla_3-8-2025_8268_www.aznude.com_-1-1024x620 Del chapuzón sugerente al festín carnal: los desnudos en la saga Piraña

Aquí, el cuerpo femenino es filmado con cariño, no con voracidad. Dante nunca fue un cineasta lascivo, pero tampoco inocente: sabe dónde colocar la cámara para que el espectador huela el perfume del pecado sin entrar todavía en la caverna.

1995: el remake televisivo y la tibieza del látex

En los 90, Piraña volvió con un remake televisivo que apenas rozó el radar de los sentidos. Fue una versión más recatada, casi decorosa, en una época en la que el telefilm debía cumplir con horarios familiares. El desnudo aquí es accesorio, tímido, casi burocrático: un par de escenas de ducha, alguna piel sugerente, y poco más. Nada memorable, salvo por su falta de memoria erótica. Un Piraña sin colmillos… ni pezones.

gianna-michaels-in-piranha-3d_002 Del chapuzón sugerente al festín carnal: los desnudos en la saga Piraña

2010: la revolución carnal

Y entonces llegó Piraña 3D (2010), dirigida por Alexandre Aja, y todo cambió. El cine se desató. La carne, también. Con esta entrega llegó el festín: senos flotando, cuerpos desmembrados y erotismo delirante en glorioso 3D. Esta no era una película: era un striptease sangriento proyectado con gafas polarizadas. La escena más recordada —y con razón— es ese ballet submarino entre las actrices pornográficas Gianna Michaels y Riley Steele, acompañadas por la música de Lakmé. Una danza lésbica subacuática tan absurdamente bella como provocadora, entre chorros de burbujas y piernas entrelazadas.

tumblr_pbrbccEnaP1xty927o1_400 Del chapuzón sugerente al festín carnal: los desnudos en la saga Piraña

Aquí el cuerpo ya no es sólo deseado: es exhibido, elevado, convertido en espectáculo. El sexo y la violencia bailan sin pudor. Hay pornstars, fiestas en yates, tequila sobre pezones, felaciones interrumpidas por dentelladas. Todo es exceso, todo es camp, todo es brillante decadencia. Piraña 3D se convierte así en la heredera bastarda del Jawsploitation, pero bañada en laca, sudor y látex.

2012: la parodia orgiástica

Y como si no fuera suficiente, llegó Piraña 3DD, una secuela que ya no pretendía siquiera esconder su identidad de porno softcore con peces asesinos. Ambientada en un parque acuático con strippers a sueldo, duchas públicas y orgías encubiertas, esta entrega llevó el erotismo a cotas tan absurdas que rozaban la caricatura. Hubo incluso una prótesis de pene devorado —con primer plano—, y un uso de la 3D que convertía cada curva, cada salpicadura de sangre y cada pezón erecto en un misil directo a la retina.

nmcud9U Del chapuzón sugerente al festín carnal: los desnudos en la saga Piraña

Aquí ya no hay metáfora ni insinuación: solo lujuria, plástico y gritos. El cine convertido en parque temático del pecado.


Epílogo líquido

Los desnudos en la saga Piraña no han sido solo cuerpos expuestos, sino termómetro de su tiempo. Del sugerente topless setentero al frenesí de silicona digital del nuevo milenio, esta franquicia ha sabido devorar con igual voracidad piernas, glúteos, pezones y tabúes. Es cine donde el agua se tiñe de rojo y la libido nada libre como una criatura prehistórica.

26704985_screenshot Del chapuzón sugerente al festín carnal: los desnudos en la saga Piraña

Porque sí: el cine de terror también es un cine del cuerpo. Y Piraña, cuando muerde, lo hace con una lengua húmeda y traviesa antes de clavar el diente.

Puede que te hayas perdido esta película gratuita