La épica venganza de Karl Urban contra Aragorn: una granja de cabras, queso manchego y una mentira que se volvió viral

Es posible que esta travesura en la Tierra Media te haya pasado desapercibida, pero posee una energía tan insólita y encantadora como las mejores leyendas que allí se narran. Hablamos de una historia que, aunque nacida fuera del celuloide, habría merecido un lugar en los apéndices de el señor de los anillos. Su protagonista: Karl Urban, a quien el gran público actual reconoce por encarnar al brutal Carnicero en The Boys, pero que antaño cabalgó entre las huestes de Rohan en la piel de Éomer. Durante el rodaje de la célebre trilogía dirigida por Peter Jackson, Urban trabó una sólida amistad con Viggo Mortensen, el estoico Aragorn, cuyas bromas entre bastidores han pasado al anecdotario secreto del cine contemporáneo.

En una de estas ocurrencias, Mortensen desató un pequeño caos al comunicarle al representante de Urban que el actor tenía una excentricidad innegociable: no podía tomar un vuelo sin sus «calcetines de la suerte». El agente, alarmado y convencido de la gravedad del asunto, telefoneó al neozelandés en plena madrugada, temiendo que el actor perdiera su vuelo por semejante fetichismo textil. Urban, adormecido y entre risas contenidas, comprendió que había sido víctima de una de las singulares bromas de su compañero.

Pero el tiempo, astuto y paciente, acabó dando al ofendido la oportunidad de cobrarse una dulce revancha. Así lo relató Karl Urban en el programa The Chris Moyles Show, donde confesó que, diez años después, encontró la ocasión perfecta para ajustar cuentas con humor. Durante una visita promocional a España, y sabiendo que Mortensen también se encontraba en el país para presentar Todos tenemos un plan, Urban decidió regalarle una historia tan absurda como hilarante al panorama mediático.

«Le dije a la prensa que tenía un día libre y que aprovecharía para visitar a Viggo en Segovia, donde —según les conté con total seriedad— se había comprado una granja de cabras y se dedicaba a la producción artesanal de quesos», rememoró con satisfacción. La prensa, naturalmente, no tardó en propagar la noticia como si de una revelación pastoral se tratase. Al día siguiente, Mortensen fue abordado por periodistas ansiosos por conocer los detalles de su supuesto retiro caprino. Las preguntas sobre su película quedaron relegadas: las cabras eran el nuevo tema central.

Aunque nunca existió tal granja en Segovia, lo cierto es que Mortensen sí ha echado raíces en España. Desde hace años reside en Madrid junto a su pareja, la actriz Ariadna Gil. Y si alguna vez se cruzan con él por la calle, no duden en sacarle el tema del queso: quizá les regale una sonrisa, o incluso una historia mejor que ésta.

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