Marta Pazos, dramaturga, directora y disruptora teatral: «Una mujer desnuda en el escenario también puede ser poder y libertad»
Marta Pazos es gallega hasta la médula y muy lorquiana. Lleva dentro un Sófocles, una Safo, un Shakespeare, una Virginia Woolf. Y ahora se atreve nada menos que con la Doncella de Orleans. Su «Juana de Arco» nos espera en la Nave 10 Matadero. Nadie más moderna que ella. Ni más clásica.
«Lo que permanece lo fundan los poetas ». Lo sabía Hölderlin (1770-1843), un poeta no suficientemente reivindicado, y lo sabe Marta Pazos (Pontevedra, 1976), aunque, en su caso, habría que extender la poesía a lo dramático, a lo puramente teatral. Estamos entre bambalinas, sobre las tablas de un teatro , que es donde la Pazos se mueve como pez en el agua, atenta siempre a la embriaguez sagrada y la fiesta celestial. Como tocada por el dios Dioniso. Difícilmente entrará el moscardón del aburrimiento en estos territorios.
Nos ha convocado en un espacio escénico tan contemporáneo como la Nave 10 Matadero, en Madrid, para presentarnos a una Juana de Arco nueva, la suya ( del 3 de octubre al 3 de noviembre), pero de pronto nos hemos sentido en el viejo Epidauro. Los clásicos son así, aunque parezcan tan modernos.
Se nota a la legua que Marta Pazos es gallega, que estudió Bellas Artes, que en algún momento de su vida quedó marcada por el Lorca de «El público», que ha visitado y revisitado Shakespeare, que tiene al duende (o al ángel o a las musas) de su parte, que hace no mucho estuvo con «Safo» en Lesbos ( Christina Rosenvinge y compañía), que ama la ópera y lo popular, y que no se quita los poemas visuales de Joan Brossa de la cabeza. En su teatro, Sócrates volvería a tomarse la cicuta.
Para dar vida a la Doncella de Orleans, esa «llama de amor viva (evocando a San Juan de la Cruz) en este periodo de oscuridad aplastante», ha contado con la actriz Joana Vilapuig. Compartiendo escenario, Macarena García , Georgina Amorós, Katalin Arana, Lucía Juárez, Bea de Paz y Ana Polvorosa . Seis mujeres representando las distintas caras del poder en modo alegórico, como si fuera un auto sacramental. Atención, porque todo en esta «voadora» (nombre de su compañía teatral) es muy literario.
La trama rescata a Juana de Arco de los renglones de la historiografía y el mito para llevarla a los de la poesía y la mística. No busquen tribunal de la Inquisición porque no lo hay. Tampoco heroína doliente pues no la encontrarán. Al final las batallas, más allá de la guerra de los Cien Años, las libramos con nosotros mismos. Sergio Martínez Vila en el texto, Hugo Torres en la música, Leandro Cano en el vestuario , Nuno Meira en la iluminación, Belén Martín Lluch en la coreografía y Max Glaenzel en el diseño del espacio también han hecho lo suyo.