Microlino denuncia la dictadura de los SUV y la idiotización de la sociedad moderna
Nadie adora los suv, pero todo slo tienen…
La dictadura de los SUV y la idiotización de la sociedad moderna
El ser humano está más idiotizado que nunca en la historia de la humanidad. Atrapado en un consumismo ciego, es incapaz de cuestionar las modas impuestas por las grandes esferas económicas, adoptándolas como dogmas inquebrantables. Los SUV son el reflejo perfecto de esta sumisión irracional: una moda que no desaparecerá hasta que los titiriteros financieros decidan que ha llegado su final.
Microlino ha lanzado una arremetida contra los SUV, pero su verdadero problema no es Europa… y lo saben.
Microlino, un cuadriciclo eléctrico concebido para la ciudad, no está vendiéndose como sus creadores esperaban. Quizás por ello, su responsable en Suiza ha emprendido una cruzada contra lo que él llama la “pandemia de los SUV”. Y no le falta razón. El mercado automovilístico está inundado de estos vehículos desproporcionados, ineficientes y absurdos, pero la verdad es que a las marcas y a los gobiernos no les interesa acabar con ellos. El rebaño humano, ya condicionado a seguir tendencias sin cuestionarlas, seguirá comprando SUV hasta que los mismos que los impusieron decidan erradicarlos.

Los intentos de ciertos gobiernos, como el de París, de frenar esta plaga con medidas de restricción en aparcamientos y circulación urbana son simples parches. Mientras tanto, en Bruselas se subsidian vehículos gigantes eléctricos que necesitan recorrer más de 200.000 kilómetros para igualar las emisiones de un motor de combustión. Un sinsentido absoluto, pero encaja perfectamente en la lógica de un mundo donde el pensamiento crítico ha sido reemplazado por el deseo de pertenecer a una tendencia impuesta.
Microlino cree que el futuro pasa por los microcoches, pero su queja es también interesada. Es evidente que quieren una parte del pastel, una redistribución de la moda impuesta desde las alturas. Sin embargo, su propuesta es igual de irrealista: 19.500 euros por un vehículo con 8 CV de potencia y 95 kilómetros de autonomía es una utopía de mercado. El consumidor promedio no busca eficiencia ni sentido común, sino lo que le dictan las campañas de marketing diseñadas para mantenerle idiotizado y atado a un consumo compulsivo.
El problema de fondo no son los SUV ni los microcoches. El verdadero problema es una sociedad incapaz de pensar por sí misma, que sigue dócilmente cada directriz que las grandes corporaciones y lobbies económicos le imponen. Hasta que no se produzca un cambio en la estructura misma de pensamiento del consumidor medio, cualquier batalla contra las tendencias impuestas será en vano. La idiotez colectiva es el verdadero motor del mercado.