Starship: el ambicioso cohete de SpaceX sufre un nuevo revés en su camino hacia Marte
Starship: el ambicioso cohete de SpaceX sufre un nuevo revés en su camino hacia Marte
La octava prueba de Starship, la colosal nave con la que SpaceX, la compañía liderada por Elon Musk, aspira a conquistar Marte, ha concluido con un desenlace agridulce. Mientras que la primera etapa, Super Heavy, logró regresar con éxito a la Tierra, la etapa superior, Ship, experimentó un fallo crítico que provocó su desintegración en pleno vuelo.
El lanzamiento se llevó a cabo puntualmente, con los 33 motores Raptor de Super Heavy encendiéndose a la perfección, impulsando al titánico vehículo hasta los cien kilómetros de altitud. A los dos minutos del despegue, tal como estaba programado, ambas etapas se separaron. Super Heavy, en un hito significativo para la compañía, consiguió descender con precisión y ser capturado en el aire mediante una plataforma especializada, aunque uno de los trece motores encargados del encendido final no respondió como se esperaba.
Sin embargo, la travesía de Ship no corrió la misma suerte. Tras alcanzar los 140 kilómetros de altitud, la etapa superior debía activar sus seis motores para continuar su trayecto orbital. No obstante, solo dos de ellos lograron encenderse, lo que sumió a la nave en una rotación errática. Minutos después, el sistema de autodestrucción se activó tardíamente, provocando que el cohete cayera de forma incontrolada y explotara en la atmósfera. Como ocurrió en la prueba anterior, la disrupción del vehículo generó inquietud entre observadores y autoridades, especialmente por el posible impacto de fragmentos en áreas habitadas.
Este nuevo percance se suma a una serie de desafíos que han empañado el desarrollo de Starship. Durante la sexta prueba de vuelo, la etapa superior también se desintegró sobre el cielo de las Islas Turcas y Caicos, afectando incluso el tráfico aéreo. Un análisis posterior reveló que el vehículo experimentó presiones superiores a las previstas, lo que derivó en fugas de propulsor y desencadenó un incendio incontrolado.
La propia SpaceX reconoció estos inconvenientes en un comunicado oficial:
«Si bien el desenlace de la prueba no es el ideal, los sistemas de seguridad respondieron conforme a lo esperado, garantizando la protección del público».
A estos contratiempos se añade el fallo del cohete Falcon 9 en su reciente lanzamiento, cuando, tras una exitosa puesta en órbita de satélites Starlink, un incendio inesperado dañó una de sus patas de aterrizaje, provocando su volcadura en la plataforma marítima de recuperación.
Pese a los reveses, Elon Musk mantiene su optimismo y ha sugerido una posible reorientación de los planes de SpaceX. En un reciente mensaje en su red social X, el magnate ha insinuado que la compañía podría omitir el paso intermedio de un alunizaje y dirigirse directamente a Marte:
«La Luna es una distracción. Vamos directo a Marte».
Sin embargo, la viabilidad de tal empresa sigue siendo objeto de debate. Aunque el expresidente Donald Trump, en su discurso inaugural, expresó su deseo de plantar la bandera estadounidense en el planeta rojo, las estimaciones más optimistas no prevén una misión tripulada antes del final de la próxima década o incluso más allá. Los desafíos tecnológicos y científicos –desde la exposición a la radiación cósmica hasta la necesidad de desarrollar sistemas de aterrizaje y subsistencia adecuados– continúan siendo obstáculos sustanciales en esta ambiciosa odisea interplanetaria.
Por ahora, Starship sigue siendo un proyecto en evolución, marcado por avances significativos y tropiezos inevitables. Lo que es innegable es que SpaceX persiste en su empeño de revolucionar la exploración espacial, incluso cuando los resultados, por el momento, son tan espectaculares como inciertos.