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Ya hablamos hace unos meses sobre Alban Lenoir, calificándolo como una mezcla entre Alain Delon y Jean Paul Belmondo. El actor francés encaja de forma perfecta entre la sordidez y seriedad de Delon y el físico aplastante de Belmondo pero claro está, bajo unas facciones del siglo XXI.

Ahora aprovecha esa faceta física, para interpretar una especie de polar francés pasado por el tamiz del cine de acción Hollywood más duro y seco. Para ello contamos con el director de fotografía de ‘bala Perdida’ en la dirección quien consigue filmar algunas de las mejores escenas de acción verdadera de todo el siglo XXI.

Una mezcla entre Alain Delon y Jean Paul Belmondo

«Alias» se distingue, en contraste con gran parte de los thrillers norteamericanos, por su representación de la violencia: cruda, directa, desprovista de adornos o matices innecesarios. Los estallidos violentos son retratados de forma naturalista, capturando el dolor real de cada golpe a través de la cámara, lo que constituye una de las mayores virtudes de la película. Sin embargo, más allá de esta brutalidad auténtica, el filme tiende a moverse en terrenos comunes, cumpliendo con las expectativas más convencionales del género, como si se tratase de marcar una lista de clichés obligatorios.

No obstante, el arco narrativo que explora la relación entre Adam y el hijastro de Víctor Pastore se desmarca de esta previsibilidad. Es un hilo menos convencional, aunque también parece estar algo desubicado, llevando la trama hacia territorios que se sienten casi innecesarios en alguna ocasión. El complejo tejido de relaciones que Adam va tejiendo a lo largo de la historia carece, en la mayoría de los casos, de un cierre adecuado, especialmente en lo que respecta a la familia Pastore. La conexión entre el infiltrado y el entorno en el que se introduce resulta fundamental, pero en «Alias», tanto la cimentación como la resolución de estas relaciones dejan algo que desear. Pero no te equivoques, esto no es suficiente para que ‘Alias’ se convierta en una de las mejores cintas de acción que jamás han salido de la plataforma Netflix.

Este thriller encontrará su audiencia entre quienes disfrutan de atmósferas sórdidas y ambientes marginales, característicos del lumpen más sombrío. La película no escatima en escenarios de mala reputación y, cuando se trata de apostar por un realismo sucio, cumple sin decepcionar. Además, aborda temas como el narcotráfico y el terrorismo potencial con una sobriedad que va directo al núcleo, sin excesivos adornos. Esta frialdad y tono gris que impregna la cinta parece ser un eco de la herencia del cine polar francés de los años 70, donde el estilo austero y despojado prevalece.

Las múltiples facetas de Alias

El guion de «Alias» se despliega en varias líneas argumentales. Por un lado, está la trama policial propiamente dicha, centrada en el proceso de infiltración y mimetización de Adam dentro del clan Pastore. Este proceso, aunque algo esquemático, se presenta de manera eficaz, aunque quizás podría haberse explotado más el suspense. Asimismo, el operativo de la inteligencia francesa se muestra lejos de ser un modelo de organización o eficiencia.

Otro aspecto destacado es la relación entre Adam y Jonathan Pastore, el hijastro de Víctor. Existe una intención, quizás, de infundir cierta ternura en esta relación, pero tal esfuerzo resulta insuficiente. En esta fase de la película, Adam actúa como un hermano mayor, casi un pedagogo de la violencia, enseñando al niño a defenderse de los acosadores escolares. El muchacho, que se siente solo en un entorno dominado por actividades gánsteriles, encuentra en Adam una especie de mentor. Esta amistad evoca, aunque de manera distante, la relación central en «El fuego de la venganza» (2004) de Tony Scott.

Los momentos álgidos de acción en «Alias» están vinculados con los turbios negocios de narcotráfico y la amenaza terrorista. La película avanza alternando entre fases de relativa calma y estallidos de violencia intensa. Dos secuencias, en particular, se destacan por su brutalidad, y es especialmente atractivo ver cómo «Alias» intenta ser «The Raid» (2011) durante unos breves cinco minutos.

Aspectos técnicos de Alias

«Alias» muestra una dirección que supera al guion en cuanto a calidad. Si algo queda grabado en nuestras retinas, serán las bien ejecutadas escenas de acción y el uso punzante de la violencia. Las peleas protagonizadas por Alban Lenoir sobresalen en comparación con otros elementos, como los tiroteos. Una escena en el último cuarto de la película roza el nivel de un notable tour de force. Visualmente, el filme adopta una estética grisácea que, salvo en la mansión de Víctor Pastore (que, aun así, no es un lugar alegre), retrata ambientes de tugurios, macarras y maleantes, evocando los rincones más sórdidos de París. Este enfoque aporta un meritorio grado de verosimilitud.

Conclusión

«Alias» encuentra su fortaleza en la creíble ambientación y la contundente ejecución de sus escenas de acción. Dentro del nicho de aficionados a los thrillers criminales con un toque de crítica política, «Alias» podría ser una opción perfecta para una tarde lluviosa