En 1971, un error de la URSS abrió la ‘Puerta del Infierno’: 54 años después, está cerca de cerrarse
La puerta del infierno comienza a cerrarse: un fuego que arde desde el siglo pasado
Los científicos soviéticos, aquellos titanes del acero y la estadística, prendieron fuego a un escape de gas en las arenas remotas del desierto de Karakum, creyendo que la llamarada se extinguiría en apenas unos días. Pero las arenas, traviesas y tercas, guardaban otros designios. Han pasado más de cincuenta años y aquel incendio subterráneo aún arde, como si la tierra misma se negara a cerrar sus labios de fuego.
Allí, en la vasta soledad de Turkmenistán, el cráter conocido como la Puerta del Infierno sigue exhalando sus vapores ígneos desde 1971, cuando un grupo de geólogos soviéticos, con la torpeza gloriosa que a veces acompaña a los descubrimientos, perforó sin querer una bolsa subterránea de metano. Ante la amenaza de una fuga descontrolada, optaron por prenderle fuego: un remedio rápido, pensaron, un incendio que el tiempo apagaría en cuestión de días.
Pero la naturaleza, como suele hacer, despreció los cálculos humanos. Lo que debía ser una llamarada breve se transformó en una hoguera perpetua, un ojo ardiente que ha brillado durante más de medio siglo, arrojando sin descanso ingentes cantidades de metano, ese gas silencioso que acaricia la atmósfera con manos venenosas.
Más allá de su impronta ecológica, la Puerta del Infierno se convirtió en un insólito faro turístico. Su resplandor, visible a kilómetros, tejió leyendas y atrajo viajeros fascinados por la belleza de lo devastado, aunque las autoridades turkmenas, celosas de sus secretos, restringieron siempre el acceso a la zona con un hermetismo casi esotérico.
un resplandor que se apaga
En una reciente conferencia medioambiental celebrada en Ashgabat, la directora de la empresa estatal Turkmengaz, Irina Luryeva, anunció que la actividad del fuego ha comenzado a declinar de forma visible. “Antes, desde muy lejos, se veía una luz inmensa; hoy, apenas queda un resplandor tímido”, explicó.
Este desvanecimiento del fuego es fruto de un esfuerzo técnico: perforaciones estratégicas alrededor del cráter permiten ahora capturar parte del metano antes de que aflore. Según Luryeva, estas medidas han logrado reducir la combustión en al menos un 66 %, aunque no se ha especificado desde cuándo se aplica este plan de extinción progresiva.

📷 Imagen cercana de la Puerta del Infierno – Martha de Jong-Lantink / Flickr
Turkmenistán, pese a poseer una de las mayores reservas de gas natural del planeta, carga con la incómoda distinción de figurar entre los principales emisores de metano por fugas no controladas. La Agencia Internacional de la Energía sostiene que el país ocupa el primer lugar mundial en este tipo de pérdidas, un dato que las autoridades locales, con obstinación casi teatral, desmienten una y otra vez.
El progresivo apagamiento del cráter de Darvaza podría leerse, quizá, como un gesto simbólico hacia una administración más consciente de sus recursos, un acto que insinúa —más que proclama— la posibilidad de una era diferente. No se ha decretado aún el cierre definitivo del pozo, pero la imagen es poderosa: la Puerta del Infierno, esa herida incandescente en la piel del mundo, parece al fin empezar a cerrarse.
Como todo mito, comienza a desvanecerse en la bruma del tiempo, dejando tras de sí el eco de su llama imposible.Herramientas