Las amantes del vampiro: erotismo crepuscular en el castillo de hammer

En 1970, cuando la Hammer Films empezaba a sentir el agotamiento de sus fórmulas góticas, The Vampire Lovers (dirigida por Roy Ward Baker) irrumpió como una llamarada carmesí: un susurro prohibido en medio de cortinas de terciopelo y niebla espesa. Lejos de ser un simple cuento de colmillos, la película es un banquete de sensualidad barroca, donde el erotismo y la muerte se rozan como amantes clandestinos.

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Ingrid Pitt, con su mirada felina y una elegancia que roza lo blasfemo, encarna a Carmilla Karnstein —figura vampírica que precede al mismísimo Drácula literario—, desplegando un magnetismo ambiguo que convirtió esta adaptación de Sheridan Le Fanu en un manifiesto de deseo y transgresión. Hammer, conocida por su deleite en las sombras, encontró aquí una forma más atrevida de sugerir lo indecible: la película rezuma lesbianismo velado pero audaz para su tiempo, utilizando cada roce, cada beso furtivo, como un desafío a la censura moral que comenzaba a agrietarse en los setenta.

5364ab98-75b6-46cc-b259-98bf8d0e70de_1337x1015-1024x777 Las amantes del vampiro: erotismo crepuscular en el castillo de hammer

El vestuario —corsés ceñidos, gasas translúcidas y capas carmesíes— es casi un personaje propio: carnal, táctil, palpitante. El castillo gótico no es solo un escenario, sino un cuerpo pétreo que respira deseo; los candelabros proyectan luces doradas sobre piel de alabastro, convirtiendo cada encuadre en una pintura prerrafaelita donde la carne late bajo el mármol. Roy Ward Baker dirige con un pulso que oscila entre la delicadeza y la perversión, atrapando al espectador en un vaivén de placer y temor.

A diferencia de otras cintas vampíricas que reducen el erotismo a un guiño superficial, Los amantes del vampiro propone un juego más culto y perverso: el amor como un acto de devoración, la feminidad como un poder que aterra y seduce, y el vampiro no como monstruo exterior, sino como una llama interna que arrasa. El film dialoga con la decadencia aristocrática, la represión victoriana y el despertar sexual de una Europa que ya no quería callar.

VampireLoversThe1970-PittSmith-MrSkin-HD-01_frame_3_override-1024x576 Las amantes del vampiro: erotismo crepuscular en el castillo de hammer

Hoy, más de medio siglo después, su belleza crepuscular no ha perdido filo: aún palpita en ella el perfume de los bosques húmedos al amanecer, el crujido de un corsé desabrochándose en penumbra, el sonido casi inaudible de un colmillo besando una vena. The Vampire Lovers es, en esencia, un poema de sangre y seda: el momento exacto en que el gótico británico se volvió carne, y el terror descubrió que el deseo podía ser su arma más letal.

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