Erwin C. Dietrich: el erotismo como farsa luminosa

Erwin C. Dietrich: el erotismo como farsa luminosa

En el circo bastardo del cine europeo de los años 60, 70 y 80 —ese collage de pasiones, carnes, trampas comerciales y vanguardias sin manifiesto— pocos nombres resplandecen con la desfachatez radiante de Erwin C. Dietrich. Su cine, tan vilipendiado como incomprendido, no se encierra en la categoría cómoda de “cine erótico” ni se somete dócilmente a la etiqueta de “exploitation”: es una forma de espectáculo desnudo, de barroquismo sin culpa, de libertad narrativa y visual sin programa ideológico. Es, en suma, el sueño húmedo del cine como placer sin penitencia.

El empresario libertino

Erwin C. Dietrich nace en 1930 en Suiza, tierra de relojes, neutralidad y represión elegante. Desde joven se mostró inclinado a desafiar el tedio alpino con celuloide ardiente. Fue productor prolífico antes que director, y su sello, Ascot-Elite, se convirtió en una pequeña central eléctrica de cine popular europeo: producciones baratas, rodajes veloces, distribución ágil y una astucia mercantil que le permitió tocar todos los géneros sin quemarse las manos.

MV5BOWVjZjM1NmYtOWYzMi00ZGUxLTgwMmYtMTAzNDc5ZDYyYzE3XkEyXkFqcGc@._V1_-1024x754 Erwin C. Dietrich: el erotismo como farsa luminosa

Su verdadera identidad artística, sin embargo, emergió cuando tomó las riendas de la dirección. Allí, lejos del pudor helvético, Dietrich se entregó a la construcción de un universo propio: un mundo donde el erotismo no es tanto una forma de transgresión como una coreografía cómica, ritual, y a veces melancólica del deseo.

Un erotismo de pasillo

A diferencia del cine porno explícito o del erotismo torturado y simbólico de un Walerian Borowczyk o un Just Jaeckin, Dietrich propone una variante traviesa del drama erótico. Su mirada nunca es violenta, ni culposa, ni vengativa. Filma a las mujeres —siempre omnipresentes, siempre sensuales, siempre riéndose en mitad del encuadre— con un respeto juguetón. Las persigue con la cámara no para desnudarlas, sino para celebrar su libertad de mostrarse. La desnudez en Dietrich es festiva, casi teatral, como si cada escena tuviera lugar en un cabaret secreto donde el cineasta es tanto director como maestro de ceremonias.

Los interiores en sus películas parecen salones de hotel reciclados como burdeles barrocos. Hay camas redondas, alfombras demasiado gruesas, espejos ubicuos y luces que parecen derretirse de tan cálidas. Es un erotismo de terciopelo y risa, donde los cuerpos son parte de una comedia más grande: la del deseo humano intentando organizarse en tramas.

image-w1280-1024x576 Erwin C. Dietrich: el erotismo como farsa luminosa

Lenguaje fílmico: el cuerpo como encuadre

Dietrich no era un estilista clásico, pero sí un artesano intuitivo. Sus películas están construidas con la lógica del cine barato, pero en su aparente descuido hay un ritmo: planos medios largos para dejar respirar las escenas, zooms abruptos que acentúan la comicidad, movimientos de cámara suaves que otorgan elegancia incluso a los más burdos intercambios. No hay una estética de la perfección, pero sí una voluntad constante de fluidez narrativa. Su cine se mueve, respira, se despliega como un número de variedades sin cortes abruptos.

El cuerpo es el núcleo de su lenguaje visual. Lo que en otros cineastas se mostraría con sigilo o vergüenza, en Dietrich se ofrece frontalmente, sin escamoteo, pero también sin sordidez. Hay algo profundamente inocente en su erotismo, como si la sexualidad no fuera un campo de batalla, sino un parque de juegos para adultos aún enamorados del cine como juguete óptico.

Mujeres al frente

El cine de Dietrich es eminentemente femenino. No hay verdaderos héroes masculinos; los hombres, cuando aparecen, son meros asistentes torpes, bufones o pretextos. Las mujeres, en cambio, son activas, seguras, orquestadoras de la seducción. Esta inversión del relato patriarcal clásico no se declara políticamente, pero se percibe en cada escena: el deseo femenino es motor, no consecuencia.

vlcsnap-00092 Erwin C. Dietrich: el erotismo como farsa luminosa

Dietrich comprendía —como Russ Meyer en su vena más lúcida— que la verdadera fuerza del cine erótico radica en empoderar el objeto de deseo hasta volverlo sujeto narrativo. De ahí que muchas de sus protagonistas se repitan de película en película, como heroínas cómicas de un teatro itinerante que nunca se agota: Ingrid Steeger, Brigitte Lahaie, Alena Penz… nombres que en su cine son más que actrices, son máscaras de una sensualidad alegre y autónoma.

Obra destacada y legado bastardo

Entre sus títulos más recordados se encuentran Seis suecas en el internado (1979), Die teuflischen Schwestern (1977), Frauengefängnis (1975), y la deliciosa rareza Rolls-Royce Baby (1975), donde el automóvil se convierte en extensión erótica del cuerpo femenino. También colaboró con Jesús Franco, en una serie de coproducciones donde el delirio estético del español se mezcla con el sentido del espectáculo suizo. Su influencia se siente hoy en directores que reivindican el goce del cine sin culpa, como François Ozon, Gaspar Noé o incluso en los desplantes estilísticos del cine de Nicolas Winding Refn.

901210963726043_mainphoto Erwin C. Dietrich: el erotismo como farsa luminosa

Dietrich fue, también, un visionario en la distribución y conservación de cine de género. Su archivo, su catálogo, su ojo clínico para los gustos cambiantes del público lo convierten en una figura bisagra: entre lo marginal y lo mainstream, entre la comedia de revista y la crítica velada al puritanismo social.

Epílogo sin moral

Erwin C. Dietrich falleció en 2018, dejando tras de sí un legado exuberante, malinterpretado, subterráneo y profundamente libre. Su cine no pide ser reivindicado desde el canon, ni espera tesis doctorales. Basta con mirar una de sus escenas para entender que, detrás del erotismo, hay una filosofía de vida: la del placer como forma de resistencia, la del humor como elegancia del deseo, la del cuerpo como forma primera del arte. En tiempos de algoritmos y correcciones, su cine permanece como un susurro descarado que dice: aún es posible filmar el deseo con una sonrisa.

Algunas de estas películas fueron firmadas bajo pseudónimos como Michael Thomas, Manfred Gregor o Freddy Raphael, una práctica común para los cineastas del género que producían a gran velocidad y deseaban evitar la censura o el desgaste de su nombre comercial. El listado incluye los títulos más relevantes:

🎬 Películas dirigidas por Erwin C. Dietrich:

Años 60 (primeros pasos y cine popular suizo)

  • Nachtmarkt in Zürich (1966)
  • Die 6. Klassenfahrt (1968)
  • Immer Ärger mit den Paukern (1968)
  • Das Stundenhotel von St. Pauli (1969)

Años 70 (auge del cine erótico)

  • Die Sexabenteuer der drei Musketiere (1971)
  • Schulmädchen-Report 5. Teil (1973, no acreditado)
  • Frauengefängnis / Barbed Wire Dolls (1975)
  • Rolls-Royce Baby (1975)
  • Six Swedish Girls in a Boarding School / Sechs Schwedinnen im Pensionat (1979)
  • Sechs Schwedinnen von der Tankstelle (1980)
  • Sexabenteuer der drei Musketiere (1980)
  • High Test Girls / Die teuflischen Schwestern (1977)
  • Jack the Ripper (1976, codirigida con Jesús Franco)
  • Love Letters of a Portuguese Nun (1977, producción compartida con Franco)
  • Frauengefängnis 2: Die Hölle von Livingston (1979, como Michael Thomas)

Años 80 (última etapa como director)

  • Sechs Schwedinnen hinter Gittern (1980)
  • Nackt und heiß auf Mykonos (1982)
  • Gefängnis-Report (1983)
  • Code Name: Wild Geese (1984, co-dirigida)
  • Commando Leopard (1985, co-dirigida)

Erwin C. Dietrich fue sobre todo un creador de atmósferas y un orquestador de cuerpos en pantalla. Aunque algunas de estas películas son compartidas con otros directores o firmadas con seudónimos, su sello se reconoce de inmediato: erotismo teatral, humor pícaro, mise-en-scène sensual y una visión deliciosamente irreverente del deseo.

Puede que te hayas perdido esta película gratuita