Marta López Alamo desnuda para Playboy
Marta López Alamo desnuda




Marta López Álamo: la arquitectura de una identidad propia
En el ecosistema digital, donde la inmediatez a menudo devora la profundidad, existen figuras que luchan por cincelar su propia narrativa contra el ruido de fondo. Marta López Álamo (Granada, 1997) se encuentra en este preciso instante, a finales de 2025, en un punto de inflexión vital y profesional. Lejos de conformarse con la etiqueta unidimensional de «esposa de», la modelo e influencer está construyendo un perfil poliédrico que oscila entre la exigencia de la alta costura, la formación académica y una batalla cultural contra el escrutinio físico.
La dictadura de la imagen y la defensa de la salud
Si algo ha marcado la agenda reciente de Marta, especialmente en este último trimestre del año, ha sido su contundente respuesta ante el juicio público sobre su cuerpo. En una era que se jacta de abanderar el body positive, la modelo ha tenido que alzar la voz para recordar una obviedad que parece olvidada: la delgadez constitucional también merece respeto. Su alegato de noviembre de 2025 no fue una simple pataleta de Instagram, sino un discurso articulado sobre la genética, la salud mental y la crueldad del anonimato.
Al haber superado un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) en su adolescencia, Marta posee una legitimidad dolorosa para hablar del tema. Su mensaje actual es claro: estar sana y ser delgada no son conceptos antagónicos. La firmeza con la que ha invitado a sus críticos a «volver al colegio» para aprender educación básica denota una madurez que trasciende la frivolidad que a menudo se le presupone al gremio de las redes.





Más allá del objetivo: la faceta intelectual
Quizás el aspecto más desconocido para el gran público sea su vertiente académica. Mientras gestiona campañas de moda y asiste a desfiles, Marta continúa inmersa en su doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Esta dualidad es clave para entender su evolución: no solo quiere ser la imagen, quiere entender el mensaje.
Su reciente incursión en el mundo de la redacción digital (como su etapa en Diario AS) demuestra que su interés por la comunicación va más allá del selfie. Hay en ella una voluntad férrea de validarse intelectualmente, de demostrar que la estética no está reñida con la ética de trabajo ni con la capacidad analítica. Es una «rara avis» que estudia los engranajes de la industria mediática mientras forma parte de ella.
El refugio en la tormenta
En el plano personal, su matrimonio con Kiko Matamoros se ha consolidado como un bastión de estabilidad. A pesar de la diferencia de edad —ese eterno comidilla de las tertulias—, la pareja ha demostrado una complicidad que desactiva los prejuicios. Lejos de frenarla, su entorno personal parece actuar como una red de seguridad que le permite arriesgarse profesionalmente, viajando y expandiendo su carrera internacional.
Marta López Álamo, a las puertas de 2026, se perfila no como un personaje satélite, sino como una mujer orquesta que ha aprendido a dirigir su propia sinfonía, desafiando a quienes solo esperaban de ella una nota a pie de página.



