Ophelie Gillermand nació en Verdun (Francia). Con 5 años, se muda a los Alpes franceses. Su éxito como modelo le llegó tras el año 2014, y eso que, al principio, se tomó esta profesión como un ‘hobby’.
Ophélie Guillermand al desnudo – Sesión para Sonia Sieff
Ophelie Guillermand, conoce a nuestra top de portada
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Sandra Cañedo
Actualizado 23/11/2016 18:35
La oferta de un agente de modelos para trasladarse a Nueva York cambió repentinamente la vida de una joven estudiante de Química, Ophelie Guillermand. Nuestra top de portada demuestra cómo pasar de las aulas de la Universidad de Lyon a las pasarelas de medio mundo en menos de 2 años y sin creérselo.
El gesto serio y la mirada altiva con la que posa en la mayoría de sus fotografías conforman en mí una imagen de ella muy diferente a la dulzura que demuestra a los 5 segundos de conocerla.»¡Hola! Soy Ophelie», saluda con un abrazo y una sonrisa sincera de oreja a oreja. Cargada con una maleta gigante ( -al día siguiente emprenderá un viaje hacia un destino exótico-) que arrastra como buenamente puede por las calles de Madrid, llega a nuestra cita disculpándose por el leve retraso, directa desde Berlín. En persona Opheline Guillermand (Verdún, 1994) va pareciendo más joven cuanto más sonríe, que es muy a menudo. Cuesta ver en ella a la mujer adulta y distante en la que se transforma en cada instantánea.
En primera línea
Pese a haberse bajado de un avión hace apenas una hora e ir sin gota de maquillaje, tiene una belleza fresca y limpia que quizá guarde relación con el aire de la montaña donde dice haberse criado feliz. Con 5 años se mudó a los Alpes franceses y allí vivió hasta que empezó la facultad, donde fue descubierta.»En realidad me descubrieron varias veces», ríe, «pero la primera vez, en el instituto, era muy joven y no estaba interesada en la moda». En su temporada de debut desfiló para Chanel, Dior, Balmain o Céline.
Antes de mostrar interés y ganas en los looks de la sesión, ya me parece estupenda con unos simples vaqueros vintage y una blazer negra. Observándola resulta inevitable preguntarle por el consabido effortless francés. «En mi caso puede que sea cierto, yo siempre voy a lo fácil. Me encanta el negro y la ropa con diferentes texturas y formas. También mezclar grandes marcas con ropa de cadenas más comerciales. El estilo no es una cuestión de dinero», confiesa.
Sus rutinas diarias se completan con clases de boxeo en Nueva York y sobre todo largas caminatas por la ciudad. «Vivir allí es maravilloso. Es una ciudad apasionante, pero no un sitio donde quedarse definitivamente. Para eso prefiero Barcelona». Y es que viajar es su mayor afición. «He empezado a descubrir mundo. Este verano pude ir a Perú y subí al Machu Pichu. Fue una de las mejores experiencias de mi vida», cuenta mientras me enseña la foto que lo atestigua de su cuenta de Instagram.
Ya que sale el tema, hablamos sobre la importancia que han adquirido la redes sociales en el trabajo de las maniquíes del siglo XXI; «A veces notas la presión de estar ahí. Pero no creo que se trate tanto de una cuestión cuantitativa como del tipo de imagen que proyectas».
Todo está listo en el set y el equipo la reclama, pero ella quiere dejar claro un último mensaje: «Me gustaría transmitir la idea de la importancia de perseguir tus sueños. Quiero insistir en esto porque yo soy un claro ejemplo: empecé desde abajo y nunca me he rendido ante ningún no. Siempre tienes que volver a intentarlo». Y lo dice con esa cálida sonrisa de niña que piensa y posa como una mujer.