Selena Gomez canta, baila, actúa y tiene buena mano para los negocios. Metiendo todo eso en la coctelera sale un balance provisional de 1.300 millones de dólares de fortuna personal con solo 32 años, de acuerdo a los cálculos de Forbes. Esa barrera de los 1.000 millones de dólares, que en Estados Unidos la sitúa en el exclusivo club de los billonarios, la rompe en un momento especialmente dulce no solo para sus finanzas. Acaba de estrenar la cuarta temporada de Solo asesinos en el edificio, de Disney+, y está por ver la luz la que algunos críticos consideran su mejor actuación como actriz en el musical Emilia Pérez, en Netflix y en cines a mediados de noviembre. Se puede decir sin temor a caer en el cliché que la vida le sonríe. Claramente.
Con el tiempo, la joven de origen mexicano y nacida en un pueblo al noroeste de Texas ha pasado de fenómeno de la música pop a ser, además, una alta ejecutiva de los cosméticos, una estrella de Hollywood y una activista de la salud mental. Es, además, la mujer con más seguidores en Instagram del mundo -424 millones-, la fuente de donde emana una parte de esos ingresos.
Gracias a esa presencia en redes tiene firmados contratos con Puma por 30 millones de dólares, con Coach por otros 10 millones y con Louis Vuitton por la misma cantidad. Un solo mensaje en redes suyo vale un dineral. Pero la base de su imperio es Rare Beauty Brands Inc, la compañía que fundó hace cinco años y que se ha convertido en objeto de deseo permanente para adolescentes de todo el mundo, abonadas a sus cuentas de redes sociales.
De acuerdo al índice de multimillonarios de Bloomberg, el 81,4% de su fortuna procede de esa línea de cosméticos y todo tipo de productos de belleza, incluyendo el Soft Pink Liquid Blush, su producto estrella, un colorete líquido que resalta el color natural de los labios y las mejillas. Solo en 2022 Rare Beauty vendió 31 millones de unidades de ese rubor líquido, ayudando a superar los 400 millones de dólares facturados en 12 meses hasta febrero de 2024.
