Viki Odintcova desnuda para Passionatte

Viki Odintcova: la musa que desafía al vacío con un talón de aguja

Hay cuerpos que posan y cuerpos que declaran. Cuerpos que son maniquí y otros que son manifiesto. Viki Odintcova, nacida en San Petersburgo en 1993, pertenece a esa rara estirpe de presencias que no se limitan a habitar la imagen, sino que la fundan. La suya es una figura que no solo seduce al objetivo, sino que lo desafía; que no se contenta con posar sobre la tierra, sino que se suspende en el abismo como un verso que niega la gravedad.

La arquitectura del peligro

En 2017, Viki se convirtió en leyenda instantánea. Lo hizo sin decir palabra, sin gritar una consigna ni firmar un manifiesto. Subió —como si ascendiera hacia una deidad invisible— a lo alto de la Cayan Tower, en Dubái, y se colgó, sin arnés ni red, de la barandilla de un rascacielos de 306 metros. No lo hizo por vanidad, sino por belleza. Por esa clase de belleza que encuentra sentido solo cuando se roza el peligro. La imagen, captada por el fotógrafo Alexander Mavrin, no fue una foto más: fue una declaración de principios.

Aquella coreografía entre carne y vértigo desató controversia global. Las autoridades de Dubái la obligaron a firmar una promesa de no repetirlo. Pero el mundo ya había visto: la imagen de una mujer suspendida en el aire, mirando al infinito, como si desafiara al mismísimo dios del vértigo, quedó grabada en la retina de la era digital.

Entre la carne y el algoritmo

Más de cinco millones de seguidores en Instagram siguen cada uno de sus movimientos. Pero seguirla no es solo seguir a una modelo: es seguir una dramaturgia visual. Sus imágenes no ilustran, escenifican. Viki no posa en lugares, los convierte en escenarios. Ya sea una terraza con piscina, un desierto que hierve o una ventana donde la luz traza formas sobre su piel, su cuerpo es siempre lenguaje: lo que se insinúa entre sombra y contorno.

Ha sido portada de revistas como Maxim, Playboy y Sports Illustrated, y sin embargo, hay algo en su mirada que trasciende la pose clásica. Una mezcla de control y abandono, de saber que el cuerpo es un instrumento, pero también una idea.

Su físico, tallado con dedicación —1,73 metros de estatura, 91-60-91 de proporciones—, no es fruto del azar. La disciplina con la que entrena, su régimen de boxeo, cardio y abdominales, no es solo para la forma, sino para la permanencia: mantenerse como musa requiere más constancia que el deseo.

El artificio como verdad

Viki no ha negado nunca su paso por la cirugía estética. Lo asume como parte de su arte, como quien retoca un lienzo para hacerlo hablar más alto. Labios, pecho, silueta: el cuerpo como escultura intervenida no es trampa, es manifiesto. El artificio no oculta, revela. Su rostro y su forma han evolucionado bajo la mirada del fotógrafo Mavrin, quien supo verla no como modelo, sino como símbolo: el símbolo de una generación que juega con su imagen como un pintor con su paleta.

Más allá del cuerpo: el negocio y la leyenda

No todo en Viki es imagen y deseo. También es estructura y empresa. Fundadora de la marca de cosmética Nomica Beauty, ha sabido convertir su influencia en una forma de sustento y autonomía. No solo vende su imagen: vende productos que beben de su estética, de su lenguaje visual, de su forma de mirar el mundo.

Su vida sentimental ha sido jugosa materia para tabloides y seguidores: se la ha vinculado con figuras como el rapero Egor Kreed, el piloto Lewis Hamilton o el empresario Pavel Durov. Pero en cada rumor, Viki ha mantenido el control. Nunca es la perseguida: es la esfinge. La que mira y elige.


La sacerdotisa del vértigo

Viki Odintcova no es una influencer, aunque influya. No es solo modelo, aunque modele. Es, sobre todo, una narradora sin palabras. Una escenógrafa del deseo, una performer del abismo. Mientras otras figuras del espectáculo se construyen desde la acumulación —más likes, más filtros, más ruido—, Viki se eleva por depuración. Cada foto es una decisión estética. Cada aparición, una escena. Cada vértice de su cuerpo, una idea de la belleza como desafío.

En tiempos donde todo se vuelve inmediato y sin peso, ella elige la gravedad: incluso si es para burlarla.

Ella no cae. Ella flota. Ella permanece.

Viki Odintcova es una modelo rusa que estos días está en todas las rotativas por participar en una peligrosa sesión de fotos sobre un rascacielos de Dubai. La chica puede que te suene. A nosotros nos sonaba muchísimo. Así que, después de ver una y otra vez esas fotos durante toda la mañana, caímos en la cuenta. Viki estuvo a punto de ser la novia oficial de Fernando Alonso. Madre mía Fernando, si fuese tú me hacía un ‘Rosberg’ y me retiraba a alguna isla con Viki.

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