Las espectaculares imágenes de la nueva erupción del volcán Etna: el humo llega hasta los 5.000 metros y sorprende a los turistas
La majestad y el rugido del Etna: un nuevo despertar de fuego y cenizas
Una majestuosa columna de humo ha vuelto a elevarse este lunes desde las entrañas ardientes del Etna, el volcán más activo de Europa y eterno vigía de la isla de Sicilia. Desde la madrugada, la montaña ha retomado su diálogo de fuego con el cielo, inaugurando una nueva fase eruptiva que ha regalado imágenes de sobrecogedora belleza y, a la vez, recordatorios implacables de la furia natural.
Todo comenzó con una explosión repentina, seguida del colapso parcial del cráter sudeste. Ese derrumbe liberó un flujo piroclástico que descendió con violencia por el Valle del Leone, captado en tiempo real por las cámaras del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV). La nube densa, cargada de ceniza, gas y fragmentos incandescentes, no logró sobrepasar los límites del valle, pero su presencia fue visible a varios kilómetros de distancia, como una lengua de sombra reptando por la ladera.
#Etna 2025 suite de l’éruption pic.twitter.com/95sZiVHGbM
— 🥗Aurelien Pouzin🍯 (@aurelienpouzin) June 2, 2025
Mientras tanto, en la cima, una fuente de lava se encendió con ímpetu, alimentando un flujo que avanzó hacia el Valle del Bove. El tremor volcánico —ese pulso interno del Etna, inaudible para el oído humano— alcanzó cotas elevadísimas, acompañado por una intensa actividad infrasónica. La nube eruptiva, empujada por los vientos dominantes, superó los 5.000 metros de altura y se desplazó hacia el oeste-suroeste, lo que encendió las alertas por su posible interferencia en el tráfico aéreo. Por ahora, el aeropuerto de Catania continúa operativo.
Este tipo de erupciones, con flujos piroclásticos, representan uno de los rostros más temibles del vulcanismo. Se trata de ríos letales de gas abrasador, cenizas y rocas que pueden alcanzar velocidades superiores a los 100 km/h y temperaturas que rozan los 1.000 grados centígrados. A diferencia de la lava, cuya progresión permite cierta previsibilidad, los flujos piroclásticos surgen sin previo aviso, dejando apenas segundos para reaccionar.
El espectáculo, fascinante y aterrador a partes iguales, sorprendió a numerosos turistas y curiosos que merodeaban los alrededores del volcán. Muchos de ellos se vieron forzados a evacuar la zona apresuradamente, envueltos por el retumbar del cráter y la creciente nube de ceniza.

En los últimos años, el Etna se ha consolidado como un imán turístico, lo que ha impulsado una mejora constante en los protocolos de seguridad. Sin embargo, este nuevo episodio vuelve a subrayar la fragilidad de cualquier previsión humana ante el capricho telúrico. Las redes sociales se llenaron de inmediato con vídeos y fotografías tomadas por los testigos del fenómeno, compartidas desde la plataforma ‘X’, mientras la silueta del humo volcánico se hacía visible desde múltiples rincones de Sicilia.
Los equipos del INGV siguen observando con precisión quirúrgica cada variación en el comportamiento del volcán. Por el momento, la deformación del terreno ha sido leve —se han registrado apenas 25 nanodeformaciones en la estación DRUV—, pero los expertos no descartan nuevas alteraciones estructurales o episodios eruptivos adicionales.
La alerta permanece en nivel naranja, lo que indica una vigilancia intensificada, especialmente por el riesgo que supone para la navegación aérea. Así, el Etna —ese antiguo coloso que conversa con el cielo y amenaza con su aliento de fuego— continúa recordándonos que, bajo nuestros pies, la Tierra sigue viva y en ebullición.
