¡Infierno azul a 64 años luz! El planeta gemelo de la Tierra que lanza cristales a 8.700 km/h y desafía las leyes de la física

A primera vista, parece un poema visual de Carl Sagan: un orbe azul suspendido en el abismo cósmico, sereno y tentador como nuestra propia Tierra. Pero el color miente. Lo que los astrónomos han descubierto en HD 189733 b no es un Edén, sino una trampa mortal envuelta en belleza.

Este exoplaneta, descubierto en 2005 y situado a 64 años luz de nosotros, ha sido definido como «la versión letal de la Tierra». Aunque su intenso azul pueda recordar a nuestros océanos, lo que en realidad tiñe su atmósfera son partículas de silicato: cristales afilados que flotan en el aire como hojas de afeitar. Impulsados por vientos furiosos de más de 8.700 kilómetros por hora, estos fragmentos de vidrio atraviesan el cielo como una tormenta horizontal perpetua. Es la furia de la naturaleza sin paliativos, un mundo donde el clima es un verdugo y la atmósfera, una cuchilla.

HD 189733 b es un gigante gaseoso situado extremadamente cerca de su estrella madre, lo que provoca temperaturas infernales de más de 1.000 °C en su hemisferio diurno. Allí, el sol jamás se pone. Mientras tanto, el lado nocturno permanece atrapado en una oscuridad eterna y gélida. La diferencia térmica crea un sistema climático tan extremo que parece reescribir las reglas físicas de lo posible.

¿Vida? Imposible. ¿Fascinación científica? Absoluta.

Gracias a telescopios como el Hubble y el nuevo y portentoso James Webb, los científicos han conseguido descifrar parte de su atmósfera, encontrando compuestos como sulfuro de hidrógeno —tóxico y pestilente para nosotros, pero valioso para entender procesos químicos planetarios—, además de vapor de agua, dióxido de carbono y monóxido de carbono. Cada molécula es una pista en el puzzle de cómo nacen y se comportan los mundos más extremos del universo.

“No buscamos vida aquí”, explica el astrofísico Guangwei Fu, “pero este planeta nos da respuestas para entender los que sí podrían albergarla”.

HD 189733 b no es un lugar al que queramos viajar… pero es, sin duda, uno que necesitamos estudiar. Porque en su furia atmosférica y sus tormentas de vidrio se esconde un espejo oscuro que nos revela no solo los peligros del cosmos, sino también la belleza incomprensible de sus contradicciones.

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