«Españoles, Franco ha vuelto»: el joven Mastantuono y el eco de Di Stéfano

Hay titulares que nacen para el mito, y este parece escrito en un bar lleno de ecos de transistor y humo de tabaco viejo: “Españoles, Franco ha vuelto”. No es un parte militar ni una frase salida de un noticiario en blanco y negro; es el murmullo emocionado de un Bernabéu que descubre en Franco Mastantuono, joya argentina y nueva promesa blanca, a un heredero improbable del fútbol total.

Con apenas unos destellos en el césped, Mastantuono ha empezado a tallar su nombre en la memoria del madridismo. Su posición nominal es la banda izquierda, pero esa etiqueta pronto queda corta. Es un jugador que se desplaza con naturalidad hacia el centro, que entiende el juego como un río que atraviesa todo el campo: inicia jugadas desde su propio campo, conecta con precisión quirúrgica a larga distancia, se atreve con regates imposibles en un área congestionada y, cuando la ocasión lo requiere, golpea a puerta con la serenidad de quien parece haber vivido mil batallas.

franco-mastantuono-madrid-creen-1024x614 "Españoles, Franco ha vuelto": el joven Mastantuono y el eco de Di Stéfano

Los veteranos de la grada —esos que aún saborean los relatos de Alfredo Di Stéfano como quien repasa una epopeya— murmuran comparaciones con la Saeta Rubia. No porque Mastantuono sea aún un dios del balón, sino porque desprende ese perfume de futbolista total, de hombre capaz de ocupar todas las geografías del juego y moldearlas a su antojo. Di Stéfano era el corazón y los pulmones de un equipo legendario; Franco parece querer ser, salvando las distancias del tiempo y la historia, un heredero moderno de ese espíritu.

El nuevo Real Madrid, en plena transición generacional, necesita figuras que encarnen algo más que talento: necesita líderes silenciosos, jugadores que unan el arte con el sacrificio, la improvisación con la disciplina. Mastantuono parece, poco a poco, asumir ese papel. Sus carreras largas rompen líneas como flechas; su visión de juego es la de alguien que comprende que el fútbol no son solo goles, sino momentos, pausas y geometrías invisibles.

“Españoles, Franco ha vuelto”, podríamos repetir con una sonrisa cómplice. Porque en la banda izquierda del Bernabéu, cada vez más volcado hacia el centro, hay un joven argentino que empieza a escribir una historia que huele a leyenda. Y quizá, dentro de unos años, los mayores del lugar puedan decir con la misma emoción: “Yo vi nacer al nuevo emperador blanco”.

Puede que te hayas perdido esta película gratuita