Es desgarradora: Nolan proclama la actuación de Johnson como la mejor del año
En el albor vibrante del cine contemporáneo —tan a menudo opacado por lo espectacular, lo grandilocuente y lo inmediato— resuena un testimonio de delicadeza, de alma expuesta. Christopher Nolan, autor cuyo cine ha explorado los intersticios del tiempo, la memoria y el silencio, alza la voz para arrojar luz sobre The Smashing Machine, la nueva película de Benny Safdie, y sobre la interpretación de Dwayne Johnson como Mark Kerr: “es desgarradora”, dice.
Transformación, vulnerabilidad, riesgo
Johnson —ídolo del músculo, del blockbuster, del efecto físico que deslumbra— se aleja aquí de su órbita habitual para adentrarse en lo íntimo, lo doloroso. Asume el cuerpo roto de Mark Kerr, un hombre que una vez fue invencible en el octágono pero que arrastra tras su puño triunfante cicatrices invisibles: adicción, relaciones deterioradas, agonía moral.

La magnificencia de esta transformación reside no sólo en lo externo —el cambio físico, las prótesis, el maquillado— sino en lo interno: en lo que Johnson calla, en los gestos mínimos donde late el temor, la esperanza, la contradicción. Nolan sugiere que esta actuación es algo más que buena: cree que quizá no volvamos a ver nada mejor este año, ni en muchos otros.
Taquilla vs. arte: la paradoja de The Smashing Machine
No hay gloria comercial equivalente al sacrificio dramático. A pesar de los elogios, The Smashing Machine ha fracasado en taquilla.
Johnson lo reconoce con humildad: no puede controlar los números, pero sí su entrega como actor, su compromiso con desaparecer en el personaje. En esa rendición se halla la victoria más honda.

Nolan en diálogo con Safdie: reconocimiento, admiración, futuro
Lo que hace estas palabras de Nolan aún más valiosas no es solo su peso como cineasta consagrado, sino el modo en que las entrega. En el programa The Director’s Cut, al entrevistar a Benny Safdie, Nolan no solo celebra la valentía de la película, sino su naturaleza “radical” —una obra que “se comprenderá cada vez mejor con el tiempo”.
Ese “se comprenderá mejor con el tiempo” resuena como mañana: la promesa de que la historia del cine no siempre juzga en el instante, sino que guarda reservas de misterio, de verdad que florece a la distancia.

Una carrera en encrucijada
Para Dwayne Johnson, este papel parece marcar un punto de inflexión. No se trata solo de repetir una marca de acción, sino de explorar los umbrales de la vulnerabilidad, de hacer visible lo invisible. Algunos críticos ya lo señalan como su mejor actuación hasta ahora, y se especula si esta vez la temporada de premios reconocerá su riesgo dramático.
Un llamado a los espectadores
Lo que Nolan invita a hacer —y exige su declaración— es una convocatoria: mirar The Smashing Machine no solo como biopic deportivo, no solo como otro film de “actor conocido que se reinventa”, sino como un espejo. Un espejo donde vemos los precios que se pagan cuando la gloria se extiende y se vuelve tirana, donde contemplamos la soledad detrás de la fuerza, el miedo detrás del combate, la derrota que no siempre se refleja en el marcador.

Porque las películas verdaderamente desgarradoras no consisten en infligir dolor, sino en hacernos sentir que ese dolor existe, dentro y afuera, y que el actor que parece fuerte se desploma, se descompone, se humaniza.