Amelia Gray Hamlin desnuda el retrato de una joven en pleno florecer
Amelia Gray Hamlin desnuda
Amelia Gray Hamlin, nacida el 13 de junio de 2001 en Los Ángeles, California, vive en el cruce poderoso entre la fama heredada y la ambición propia. Hija del actor Harry Hamlin y de la actriz Lisa Rinna, Amelia creció bajo el brillo del espectáculo, con una hermana mayor, Delilah Belle, y un medio hermano paterno, Dimitri Alexander.



Desde muy joven, Amelia sintió el llamado del mundo de la moda. En una entrevista confesó que no esperó a ser descubierta por azar: “casi siempre la historia es que alguien te escoge, pero la mía fue al revés: yo escogía a todos”, dijo respecto a cómo comenzó a construir su camino.
De Los Ángeles a Nueva York: pasos hacia el escenario del diseño
Mientras transitaba su adolescencia, Amelia participó en el entorno televisivo familiar, apareciendo en programas como The Real Housewives of Beverly Hills junto a sus padres. En 2017, con solo 16 años, debutó en las pasarelas: abrió y cerró el desfile de Dennis Basso para la temporada primavera/verano 2018.
Luego de completar su educación secundaria en California, Amelia se mudó a Nueva York para estudiar nutrición, bienestar y psicología en The New School. Sin embargo, la moda la reclamó y poco después decidió dedicarse de lleno a su carrera como modelo.
Emergencia de un rostro global
Los créditos en su carrera se acumulan con rapidez: ha desfilado para casas como Chanel, Balenciaga, Versace, Givenchy y Miu Miu; ha protagonizado campañas para marcas diversas y ha aparecido en portadas internacionales de Vogue y Harper’s Bazaar. Según Models.com, forma parte del “Hot List” y ha sido nominada como figura emergente en la industria.
En 2024 fue premiada como Model of the Year por Daily Front Row, un reconocimiento a su ascenso como rostro influyente de la moda global. Ese mismo año hizo su debut en la alfombra del Met Gala con un vestido inspirado en un jardín viviente, una metáfora visual de su crecimiento y de su deseo de no pasar inadvertida.
Identidad, lucha y narrativa propia
Amelia ha hablado abiertamente de las presiones que implica ser hija de celebridades: reconoce que su nombre la precede, pero afirma que detrás hay una pasión que no es mera herencia. A pesar de las puertas abiertas, también ha enfrentado rechazos: ha contado que en varias audiciones para pasarelas (como la de Tom Ford) casi lo logra, pero siempre hubo obstáculos invisibles.
También ha sido franca en torno a su salud mental. Durante varios años luchó con un trastorno alimenticio, hasta que los médicos advirtieron que su vida estaba en riesgo si no intervenía. Esa experiencia marcó su relación con el cuerpo y con la exposición pública. Amelia confesó que tras iniciar tratamiento ganó alrededor de 50 libras en seis meses, pero reconoció que los primeros meses siguió con conductas restrictivas. Hoy evita pesarse y se esfuerza en cultivar una relación más compasiva consigo misma.
El pulso de una generación
Amelia encarna la tensión entre lo heredado y lo conquistado. En una era en que la visibilidad puede asemejarse a la vulnerabilidad, ha logrado transformar su exposición en plataforma. Su presencia en redes, su estilo audaz y su voz pública sobre temas íntimos le otorgan una voz generacional.
No es mera modelo: es una narradora visual de sus propias contradicciones. Su modo de vestir —una mezcla entre romanticismo, minimalismo y riesgo— revela un gusto por tensionar estilos, por desafiar cánones con sutileza.
Un destino en construcción
A sus 22 o 23 años (dependiendo del año), Amelia Gray Hamlin no es solo un rostro en las pasarelas internacionales: es una historia en progreso. Tiene detrás los medios, pero ha aprendido que la moda no perdona la indiferencia. En cada portada, desfile o entrevista late la búsqueda de autenticidad.
El mundo de la moda tiende a abrazar lo efímero, pero Amelia parece desafiar esa fugacidad: imponerse no como espectáculo pasajero, sino como presencia que evoluciona. Su batalla con su cuerpo, su voluntad de no esconderse detrás del pedestal de la fama, su decisión de narrar sus propias heridas y afanes, todo apunta a que su destino no residirá solo en desfilar, sino en inspirar.
Ella no es solo “la hija de”: es una protagonista que escribe su escena bajo luces compartidas, pero con su propia cadencia. Y en esa tensión entre luz heredada y luz propia se juega el arte de existir en el mundo del mito.