Candela Peña se autofotografía en topless y tanga

Candela Peña se autofotografía en topless y tanga

Candela Peña se autofotografía en topless y tanga

Las series de crímenes reales, especialmente cuando se basan en casos tan ampliamente investigados y mediáticamente expuestos como el de Asunta Basterra, suelen ser una apuesta segura en términos comerciales. El público, entre curioso y ávido de comprender la complejidad de la condición humana (y esa oscuridad que, a veces, pasa desapercibida en nuestro día a día), tiene un gran interés en este tipo de historias, lo que hace que “El caso Asunta” pueda tener un buen desempeño, especialmente entre los suscriptores de Netflix en la península ibérica.

Sin embargo, desde el punto de vista creativo y artístico, estos proyectos son desafiantes porque es difícil no caer en el sensacionalismo gratuito y, sobre todo, porque existe la responsabilidad de ofrecer una visión del horror respaldada por los hechos. Un ejemplo reciente como “El cuerpo en llamas” ilustra esta dificultad: el temor a caer en impulsos sensacionalistas llevó a la serie a no desarrollar el thriller sexual que se anunciaba en la promoción (y que estaba presente en los hechos), y tampoco logró ofrecer una perspectiva esclarecedora sobre Rosa Peral y Albert López.