Cuando Psycho Mantis movió el mando y el alma: la primera PlayStation como rito de revelación
La primera playstation y los juegos que cambiaron la historia
Sony es hoy un coloso del videojuego, pero hubo un tiempo en que era apenas un intruso en un territorio dominado por otros. Su irrupción en los noventa, con aquella máquina gris de líneas sobrias, fue un terremoto cultural. La PlayStation no solo ofrecía un hardware adelantado, sino que abrió la puerta a un catálogo que transformó la industria en una lengua común para millones de jugadores. Fue la consola que convirtió tardes de adolescencia en rituales y que dio al ocio electrónico un aire de arte y modernidad.
Recordemos, entonces, algunos de esos títulos que marcaron con fuego y memoria la historia.
Gran turismo: la elegancia de arrancar motores
Cuando apareció Gran Turismo, el género de la conducción se elevó al rango de sinfonía. Frente a las carreras desenfadadas de antaño, este título se empeñó en la simulación y en el realismo, ofreciendo a los jugadores la experiencia de acariciar el volante con las yemas de los dedos. Su catálogo de coches, su música con Chemical Brothers y compañía, y sus licencias de conducción convertidas en pruebas de iniciación lo hicieron inolvidable.
Era, sencillamente, el juego que uno mostraba con orgullo a los amigos: el futuro en una pantalla de tubo.

Final fantasy VII: la fantasía que cruzó el océano
En 1997, Final Fantasy VII no fue solo un juego, fue una revelación. La saga, que había crecido en las consolas de Nintendo, encontró en PlayStation el escenario perfecto para reinventarse con personajes poligonales y un relato épico que unió tecnología, emoción y narrativa. Fue la obra que enseñó a Occidente que el RPG japonés no era un capricho exótico, sino un arte mayor. Cloud, Aerith, Sephiroth… nombres que se convirtieron en mitología de los noventa.
Con este juego, millones descubrieron que el mando podía ser también una pluma con la que escribir historias personales.

Crash Bandicoot: la irreverencia hecha mascota
PlayStation, como cualquier reino en expansión, necesitaba un estandarte, una cara visible. Así nació Crash Bandicoot, el marsupial gamberro que corrió, saltó y giró hasta convertirse en la primera mascota de Sony. No fue el más innovador, ni el más profundo, pero sí el más simpático, con un aire rebelde que contrastaba con la pulcritud del fontanero de Nintendo. Crash fue pura adrenalina adolescente: color, humor y desafío.
Un animal improbable que acabó siendo icono.

Resident evil: el miedo con sabor a serie B
Con Resident Evil, Capcom destapó la caja de Pandora del terror moderno. Zombis torpes, mansiones inquietantes, puertas que chirriaban como ataúdes, y una jugabilidad que, en tiempos de sobremesas, nos dejó noches en vela. Su inspiración en Alone in the Dark se transformó en una pesadilla interactiva que encontró en PlayStation la plataforma perfecta.
No fue el más pulido de la saga, pero sí el que abrió el sendero: la semilla del survival horror.

Metal gear solid: el susurro del espionaje
Hideo Kojima se infiltró en la memoria colectiva con Metal Gear Solid, un juego que parecía más una película que un simple entretenimiento. Allí nació un héroe atormentado, Solid Snake, y con él la certeza de que el videojuego podía ser cine jugable. Sus gráficos tridimensionales, su narrativa cinematográfica y su mezcla de acción y sigilo lo alzaron a la categoría de clásico instantáneo.
Era un relato sobre la sombra y el engaño, pero también sobre la grandeza de un medio que maduraba.

Tomb raider: el mito que nació en polígonos
En 1996 irrumpió Tomb Raider, y con él apareció una heroína que redefinió no solo el videojuego, sino también el imaginario popular: Lara Croft. Sus escenarios tridimensionales, vastos y misteriosos, eran templos donde la geometría poligonal se convertía en aventura arqueológica, y cada salto mal calculado era un vértigo auténtico. Lara, mitad icono digital, mitad mito de carne imaginada, transformó a la PlayStation en un portal hacia ruinas perdidas, junglas húmedas y secretos milenarios.
Fue un juego que, más que explorarse, se habitaba, y con él nació la figura femenina más poderosa y legendaria del ocio electrónico.

Epílogo: un eco que aún resuena
Otros títulos —Silent Hill, Tony Hawk Pro Skater, Driver— también dejaron su huella, ampliando el espectro de lo que PlayStation podía ofrecer. Pero más allá de nombres y cifras, lo que permanece es la certeza de que aquella primera consola cambió la manera de entender el videojuego: dejó de ser un pasatiempo infantil para convertirse en cultura compartida, en rito generacional, en arte doméstico.
La PlayStation original fue un latido eléctrico en medio de los noventa, y su eco aún vibra en la memoria de quienes, mando en mano, crecieron con ella.