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En 1962 la actriz rodó la que habría de ser su última película, de hecho quedó inconclusa, solo se salvaron 37 minutos. Dirigida por George Cukor, en ella Monroe coincidía con Dean Martin y Wally Cox. La película incluía la escena de un baño desnuda en una piscina que Marilyn decidió convertir en un fenomenal acto publicitario. Consciente de que ese mismo año se iban a estrenar películas de Bette Davis y Joan Crawford (¿Qué fue de Baby Jane?), Geraldine Page y Paul Newman (Dulce pájaro de juventud), Burt Lancaster (El hombre de Alcatraz) o Gregory Peck (Matar a un ruiseñor), entre otras, pero sobre todo indignada porque sentía que 20th Century Fox, el estudio con que tenía contrato, la ninguneaba al lado de Elizabeth Taylor, pensó en barrer a su rival de las portadas. El día de finales de mayo que se filmó la escena en el set de rodaje había tres fotógrafos, entre ellos Lawrence Schiller, a quien había conocido en 1960 porque la había fotografiado mientras hacía El multimillonario.