Gremlins 3 regresan a la noche: Warner resucita la saga con Spielberg en la sombra y Columbus al timón
Hay anuncios que no sacuden la industria: la iluminan desde viejas constelaciones. Warner Bros. ha confirmado oficialmente el regreso de Gremlins a la gran pantalla con una tercera entrega prevista para noviembre de 2027. El retorno no viene solo: Steven Spielberg ejercerá como productor ejecutivo y Chris Columbus volverá, esta vez no como arquitecto del guion sino como director, recuperando la brújula creativa de aquel fábulo-horror navideño que estalló en 1984.
Más que un estreno, es una exhumación ceremonial.

Un mito ochentero que no envejeció: solo hibernó
Durante casi tres décadas la saga ha sobrevivido al margen del celuloide, alimentada por animación, cómics, reediciones, Funkos y nostalgia pura. Pocas criaturas han logrado trascender tanto tiempo sin nuevas películas, como si el mito hubiera quedado atrapado en Formol ochentero esperando una fecha adecuada para reaparecer entre luces de Navidad.
Gremlins fue, desde el origen, una anomalía:
un cuento festivo con olor a chimenea, violentado por travesuras demoníacas;
una caricia amable que mordía.
Su secuela, más meta, más desatada, más consciente de sí misma, nació incomprendida pero terminó coronándose como artefacto cultual para los que ven en el cine pop una máquina de espejos, no solo de criaturas viscosas.

Spielberg y Columbus: ritual de nostalgia, pero con pulso autoral
La alianza no es caprichosa: Hollywood está lleno de reboots que convierten el pasado en souvenir plastificado. Aquí, sin embargo, recuperar a Columbus y mantener a Amblin cerca del santuario creativo sugiere una intención más litúrgica que industrial: la memoria no como rehacer, sino como reanimar.
La dupla promete equilibrio entre dos fuegos:
- la travesura Spielbergiana, esa magia doméstica con filo cruel,
- y el pulso artesanal de Columbus, que escribe fantasías con olor a madera pulida y no a render.
No es solo traer de vuelta a los bichos: es devolverles textura.
Animatrónica frente al imperio digital
Si algo definió Gremlins fue su tactilidad: la piel rugosa, los ojos húmedos, la sensación de que aquello existía en el set. En un cine hipersintético donde los monstruos parecen salir de una impresora, recuperar la fisicidad sería una declaración estética y un acto de resistencia contra la homogeneidad visual actual.
Un retorno basado en criaturas físicas —apoyadas por CGI puntual, no devoradas por él— podría devolver al público la magia que hoy se confunde con resolución 8K.
Los gremlins necesitan piel, no píxeles.

El calendario como estrategia: Hollywood quiere volver a sentir
Programar su estreno en 2027 (y previsiblemente cerca de la temporada navideña) no solo asegura tiempo para producción y campaña: coloca a la saga como pieza clave en la reconstrucción teatral de Warner, en un ecosistema donde la sala debe volver a ser fiesta, no archivo intermedio antes del streaming.
El cine-evento ya no es simple taquilla: es identidad.
¿Qué historia contarán esta vez?
Quedan misterios esencialmente cinematográficos:
- ¿Regresará el tono navideño como rito emocional?
- ¿Tirará Columbus hacia el cuento oscuro o hacia la fábula infantil traviesa?
- ¿Habrá nuevos protagonistas humanos o rescates intergeneracionales?
Lo único claro es el gesto: el estudio quiere despertar un mito sin desactivarlo. Y eso exige respeto, no nostalgia con flequillo.

Epílogo: abrir la caja, otra vez
Gremlins nunca fue solo una película de monstruos. Fue el sueño húmedo del capitalismo navideño saboteado por la comedia negra; el peluche perfecto convertido en apocalipsis doméstico; la criatura que te mira con ojos de bebé mientras afila los dientes.
Revivirla hoy no es fan service: es recordar que la imaginación también sabía morder.
Y quizá, cuando esas sombras verdes vuelvan a saltar sobre el celuloide, descubramos que algunos mitos no regresan: despiertan.



