Jedet al desnudo con Rosalía en la noche de la música pop

Hay momentos que no necesitan un escenario y un micrófono para ser significativos. A veces, la simple confluencia de dos estrellas en el mismo metro cuadrado dice más que mil canciones. La gala de Los 40 Music Awards, el gran escaparate del pop comercial en España, no es los Goya. No es un espacio para el folk desnudo y el silencio. Es ruido, moda, flashes y la celebración del éxito masivo.

Y en ese contexto, el encuentro entre Rosalía y Jedet se sintió como algo natural, casi predestinado.

No estamos hablando de un dueto ni de una colaboración preparada, sino de algo más «orgánico»: el reconocimiento mutuo de dos de las figuras más potentes de la cultura española actual. Por un lado, Rosalía, la artista que redefinió las reglas del juego a nivel global, convertida ya en un titán de la industria. Por otro, Jedet, un icono polifacético: actriz aclamada (inolvidable en Veneno), cantante, escritora y, sobre todo, una de las voces trans más visibles e influyentes del país.

Cuando Rosalía y Jedet se encuentran y posan juntas en un photocall o se saludan con cariño en la gala, lo que se ve no es solo a dos artistas. Es un símbolo. Es la imagen de una nueva generación de poder en la industria del entretenimiento.

Ambas han construido sus carreras rompiendo moldes y siendo ferozmente auténticas. Rosalía trajo el flamenco y el experimentalismo al mainstream más absoluto. Jedet ha llevado su verdad, su transición y su personalidad sin filtros al centro del debate público, convirtiéndose en un referente de libertad.

Verlas juntas en Los 40, un evento que celebra el «éxito» en su forma más pura, se siente como una validación. Demuestra que la industria ha cambiado. Los márgenes, el arte queer y la vanguardia ya no están fuera de la fiesta; ahora son el centro de la misma.

Ese encuentro, capturado por docenas de cámaras, es la foto de la nueva realeza del pop en España. No hay rivalidad forzada, sino una sensación de apoyo, de «estamos aquí y hemos llegado para quedarnos». Es un momento orgánico porque surge de la admiración mutua entre dos mujeres que saben perfectamente lo que cuesta abrirse camino y redefinir las normas.

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