Josef Fares: arquitecto de la simbiosis lúdica y narrador de la cooperación como esencia humana

Josef Fares: arquitecto de la simbiosis lúdica y narrador de la cooperación como esencia humana

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha cimentado su progreso sobre un principio fundamental: la cooperación. La capacidad del ser humano para unir fuerzas, compartir saberes y articular estrategias colectivas ha sido el motor de su evolución, tanto en el plano biológico como en el cultural. Esta simbiosis ha sido el pilar sobre el que han surgido las sociedades, los sistemas de conocimiento y las manifestaciones artísticas. En el ámbito del videojuego, pocos autores han comprendido con tal lucidez esta condición intrínseca del ser humano como Josef Fares, quien ha elevado la cooperación a la categoría de discurso narrativo y mecánico dentro de su obra.

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De ascendencia libanesa y formado inicialmente en el cine, Fares irrumpe en el mundo del videojuego con una visión ajena a los cánones convencionales de la industria. Su aproximación no es la del técnico, sino la del narrador que comprende el medio como un espacio de experimentación emocional y sensorial. Dotado de una personalidad irreverente y apasionada, ha desafiado en reiteradas ocasiones las estructuras tradicionales del diseño de videojuegos, apostando por experiencias que obligan a los jugadores a interactuar de manera simbiótica. Su obra no solo exige la cooperación, sino que la convierte en su núcleo temático y filosófico, demostrando que el videojuego es el medio idóneo para representar la interdependencia humana.

Desde Brothers: A Tale of Two Sons (2013), su primer trabajo en el medio, la idea de la cooperación ha sido omnipresente. En esta obra, un solo jugador controla a dos hermanos de manera simultánea, estableciendo una mecánica en la que la coordinación entre ambos no es una opción, sino una necesidad. Sin embargo, es con A Way Out (2018) cuando Fares consolida su visión: un juego enteramente construido en torno a la cooperación obligatoria entre dos jugadores, en el que la narrativa y la jugabilidad se entrelazan para plasmar la inexorable interdependencia de sus protagonistas. La imposibilidad de afrontar la aventura en solitario es una declaración de intenciones, una reafirmación de que el individuo, aislado, carece de las herramientas necesarias para su supervivencia.

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Con It Takes Two (2021), Fares expande aún más esta concepción, llevando la cooperación a una dimensión emocional y afectiva. Aquí, el acto de jugar juntos se convierte en metáfora del compromiso, la comunicación y la resiliencia dentro de una relación de pareja. En este sentido, la obra trasciende lo lúdico y se erige como una exploración de las dinámicas humanas más profundas. El juego no solo demanda la cooperación, sino que la convierte en un reflejo de la propia vida, donde los vínculos interpersonales requieren esfuerzo, entendimiento y sincronización mutua.

Finalmente, Split Fiction (2025) representa la culminación de su tesis sobre la cooperación humana, abordándola desde una perspectiva metanarrativa que enlaza creatividad, interdependencia y evolución. La historia de dos escritoras atrapadas en los mundos que ellas mismas han imaginado simboliza el papel del arte como un ente que trasciende al individuo y cobra vida propia solo a través del diálogo con el otro. En esta obra, la cooperación no es solo un mecanismo de juego, sino un símbolo de la esencia misma del pensamiento humano: la construcción colectiva del conocimiento y la cultura.

shutterstock-12637642cu-1024x1024 Josef Fares: arquitecto de la simbiosis lúdica y narrador de la cooperación como esencia humana

Más allá de sus creaciones, Josef Fares se ha convertido en un auténtico divulgador de la simbiosis humana dentro de la cultura del videojuego. Su temperamento apasionado, su rechazo a las convenciones y su creencia en el videojuego como un medio capaz de generar experiencias profundas y significativas lo han convertido en una figura singular dentro de la industria. En un sector que con frecuencia prioriza lo individual –el héroe solitario, la hazaña personal, la victoria unilateral–, Fares ha reivindicado una visión alternativa: la del videojuego como un acto de comunión, un espacio donde la interacción y la interdependencia no son meros artificios, sino una necesidad vital.

Su obra nos recuerda que el ser humano no es una entidad aislada, sino una criatura que solo alcanza su plenitud en contacto con el otro. A través de la cooperación, Fares no solo diseña mecánicas de juego, sino que nos ofrece un espejo de nuestra propia condición, recordándonos que la evolución, el progreso y la existencia misma son, en última instancia, un esfuerzo compartido.