La heroína en el andamio: Daisy Ridley y el vértigo del cine de acción contemporáneo
Hay sinopsis que parecen escritas con el pulso automático del cine de acción clásico, como si alguien hubiese pulsado “reproducir” sobre una memoria compartida de asedios, rehenes y traumas. Cleaner parte de ahí, de ese territorio reconocible donde los grandes héroes de Hollywood han edificado su mitología a base de músculos, silencios y cuentas pendientes con el pasado. Pero bajo esa apariencia de fórmula late una variación significativa, casi política: el cuerpo que sostiene la acción ya no es el de siempre.

Joey Locke arrastra una infancia quebrada en un hogar abusivo del Londres más áspero. Exsoldado, cuidadora involuntaria de su hermano Michael —autista y frágil ante un mundo que no espera—, Joey se gana la vida limpiando ventanas en el rascacielos One Canada Square, en Canary Wharf. Un día cualquiera, obligado por las circunstancias, el trabajo y la vida colisionan: Michael la acompaña. Desde ahí, el relato se precipita. Mientras Joey y su compañero Noah cuelgan del vacío exterior, Michael se pierde en el interior del edificio, justo cuando una gala de accionistas de la Compañía de Energía Agnian es asaltada por Earth Revolution, un grupo ecologista radical dispuesto a convertir la protesta en secuestro. Gas somnífero, rehenes ilustres —los hermanos Milton entre ellos— y una violencia que se disfraza de causa justa.

Todo esto podría pertenecer sin esfuerzo al manual del género. Y, en efecto, Cleaner lo hace con conocimiento de causa: está dirigida por Martin Campbell, artesano veterano del cine de acción, responsable de GoldenEye, Casino Royale y La máscara del Zorro. Campbell conoce los ritmos, los espacios y la gramática del espectáculo físico. Sabe cuándo cortar, cuándo aguantar un plano y cuándo dejar que el cuerpo del actor haga el trabajo que el guion apenas insinúa.

La diferencia, esta vez, está en el centro del encuadre. Daisy Ridley asume el protagonismo de este thriller escrito por Simon Uttley, Paul Andrew Williams y Matthew Orton, y lo hace desde un lugar menos complaciente de lo habitual. Su heroína no busca la épica; la sobrevive. Como Rambo o Bryan Mills, Joey es un personaje moldeado por el trauma y dotado de habilidades específicas, empujado a la violencia no por deseo, sino por necesidad. La comparación es inevitable, pero el matiz importa.
Estrenada en Estados Unidos en febrero y en Reino Unido en mayo, Cleaner pasó sin ruido por la taquilla: apenas 1,3 millones de dólares frente a un presupuesto de 25. Un tropiezo industrial que, sin embargo, no fue acompañado por un linchamiento crítico. El consenso de Rotten Tomatoes resulta casi benévolo en estos tiempos de veredictos lapidarios: la acción creíble de Ridley y la dirección fluida de Campbell evitan el desastre, aunque la película se apoye en demasiados ecos de títulos superiores como para alcanzar una identidad plenamente propia.

Para parte de la crítica, el film funciona como un pequeño giro en la carrera de la actriz. Mick LaSalle, desde San Francisco Chronicle, apuntó que la película se beneficia tanto del pulso del director como de una Ridley que empieza a revelarse como intérprete de mayor alcance y atractivo del que muchos le concedían. No es poca cosa, viniendo de una figura marcada durante años por el peso simbólico de Star Wars.
En España, por ahora, Cleaner permanece en tierra de nadie: ni cines ni plataformas. Una espera que no resulta extraña en el actual limbo de estrenos medianos, condenados a vagar entre mercados sin encontrar su ventana natural.

Lo cierto es que Daisy Ridley no se ha detenido desde que encarnó a Rey. El año pasado presentó Magpie, un thriller neo noir nacido de una idea propia y escrito por Tom Bateman. También protagonizó La joven y el mar, relato biográfico de Gertrude Ederle, la primera mujer que cruzó a nado el Canal de la Mancha, donde el cuerpo vuelve a ser territorio de resistencia y conquista.
Y aún queda camino por delante: The Last Resort, comedia romántica junto a Alden Ehrenreich, y, sobre todo, el regreso al universo que la lanzó al imaginario colectivo. Una nueva trilogía de Star Wars, anunciada en la Celebration de 2023, con Sharmeen Obaid-Chinoy al frente. Pocas novedades, muchas expectativas y una pregunta que flota en el aire: qué tipo de heroínas, y qué tipo de relatos, querrá el cine del futuro cuando mire otra vez al pasado.



