La nave no parte: el tráiler de Starfleet Academy o cómo diluir Star Trek en el algoritmo | Descargar torrent
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Hay teasers que prometen viajes interestelares. Otros que directamente te invitan a desconectar la nave nodriza y a contemplar, con resignación y una lágrima furtiva, el último naufragio de una franquicia histórica. Star Trek: Starfleet Academy – First Look Teaser pertenece sin duda a este segundo grupo: no hay audacia, ni filosofía, ni el mínimo atisbo de la reverencia que una saga tan monumental merecería. En su lugar, encontramos lo que parece ser otro subproducto de fábrica, salido directamente de las entrañas de un comité de ejecutivos que consultan gráficos de tendencias antes de escribir el primer diálogo.

El teaser presentado por Paramount no promete una nueva serie de Star Trek. Promete una nueva serie de moda con el disfraz de Star Trek. Más aún: no parece que hayan querido hacer una serie con personalidad propia que pueda emocionar, inspirar o interpelar al espectador. No. Lo que han hecho es abrir la puerta trasera del Enterprise a los fantasmas previsibles del presente: el drama juvenil edulcorado, las pasiones adolescentes modeladas por la escuela Netflix, las luces de neón que sustituyen la profundidad narrativa, y un lenguaje visual aprendido más en TikTok que en la tradición cinematográfica de ciencia ficción.

No es ciencia ficción, es ciencia-formato.
Y el crimen no está en que se quiera acercar Star Trek a nuevos públicos, sino en la cobardía con la que se hace. Porque el verdadero error —y el más trágico— es confundir al público joven con el mínimo común denominador de consumo. Los showrunners y ejecutivos parecen convencidos de que las nuevas generaciones no pueden comprender el humanismo utópico de Roddenberry, ni los dilemas morales de Picard, ni la soledad estelar de Sisko. Y por eso, en lugar de desafiar a esa audiencia con inteligencia, han preferido someterse a ella con servilismo.
¿Qué vemos en el teaser? Un casting joven y fotogénico que podría haber salido de Élite, Riverdale o cualquier otro escaparate hormonal; una estética que oscila entre el videoclip y el campus universitario con problemas de autoestima; y un ritmo narrativo que no parece dispuesto a parar un segundo para mirar las estrellas, sino que se obsesiona con las escaleras de incendios emocionales que han de subir sus protagonistas mientras deciden si se besan, se odian o se etiquetan en redes.

El Starfleet del siglo XXIII ya no forma líderes, forma influencers.
Paramount no ha creado una nueva Star Trek, ha creado una nueva víctima de los algoritmos. Y es que no estamos ante una evolución de la franquicia, sino ante su abdicación. No hay valentía en este nuevo rumbo, sólo miedo: miedo a perder la tendencia, miedo a aburrir al espectador medio, miedo a sonar cultos, filosóficos, densos. Y por tanto, se destruye lo que hacía de Star Trek un artefacto cultural único: su capacidad de mirar al futuro como una pregunta y no como una coreografía adolescente.
Así, otro mito cae bajo el peso de la mediocridad ejecutiva. Starfleet Academy no parece ser la historia de cómo los jóvenes del mañana enfrentan el cosmos, sino la de cómo los accionistas del presente enfrentan su propia ignorancia disfrazándola de tendencia. Un producto más en la cinta transportadora del streaming. Sin alma, sin misión, sin boldness. Sólo brillo plástico y palabras vacías flotando en el vacío.
El espacio ya no es la última frontera. La última frontera es el buen gusto. Y también la estamos perdiendo.