la nueva cara de Jorge Javier y el ‘boicot’ garífuna marcan el arranque de Supervivientes all stars
Bisturí, barro y boicot: la nueva temporada de “cultura” made in telecinco
El estreno de Supervivientes All Stars 2 fue, como cabía esperar, un festival de esa “cultura de calidad” que solo Telecinco sabe ofrecer: un cóctel a medio camino entre una clínica de cirugía estética, un documental sobre conflictos medioambientales y un circo romano en prime time.
En la pasarela inicial, Jorge Javier Vázquez reapareció con un rostro tan estirado que parecía desafiar las leyes de la física. Un lifting integral, gafas aviador moradas y un rubio platino tropical que recordaba más a un George Michael cosplayado en Benidorm que a un veterano presentador de reality. Las redes, entre la fascinación y la alarma, se preguntaban qué se había hecho esta vez. La respuesta fue tan obvia como quirúrgica: bisturí, bisturí y más bisturí.
Mientras tanto, al otro lado del charco, los autóctonos garífunas de los Cayos Cochinos se manifestaban contra la grabación del programa, denunciando que el reality arrasa con sus recursos naturales y les impide pescar. Pero claro, ¿qué importancia puede tener la supervivencia real de una comunidad frente al espectáculo de catorce famosos jugando a ser náufragos con barra libre de cámaras? Telecinco, en su defensa de la cultura “popular”, optó por desplazar las pruebas a La Palapa y seguir como si nada, demostrando que lo único que no se negocia es la parrilla.

La policía hondureña vigilaba, los locales protestaban y Jorge Javier, desde Madrid, apelaba al espíritu de “superarse ante la adversidad”. Un mantra que lo mismo sirve para sobrevivir a la humedad tropical que para estrenar cara nueva tras pasar por el quirófano. Filosofía made in Mediaset.
Y por supuesto, no faltaron los ingredientes imprescindibles: discusiones encendidas, lágrimas programadas y un primer collar de líder entregado a Alejandro Albalá, porque nada en la vida es tan serio como nominar en directo a tu compañero de choza.
Así, entre bisturí y boicot, Telecinco nos regaló otra lección magistral de entretenimiento. Porque si alguna vez dudaste de lo que significa “cultura de calidad”, basta con encender la televisión en prime time y dejarte arrastrar por ese híbrido imposible entre cirugía estética, exotismo tropical y trifulcas de salón.
En resumen: supervivencia televisiva garantizada, aunque el planeta y el sentido común tengan que esperar a la próxima temporada.