Menos paro, más empleo y más pobreza: un éxito a medias

España en cifras brillantes, cuerpos cansados: el espejismo del progreso

Hubo un tiempo —no tan lejano— en que la palabra “paro” recorría los hogares españoles como un fantasma que se sentaba a la mesa. Era 2018, y Pedro Sánchez llegaba a La Moncloa con un país que cargaba aún con las secuelas de la crisis. Hoy, en 2025, las cifras que ofrece el Gobierno brillan: el desempleo ha descendido hasta rozar el 10 %, y el número de personas empleadas alcanza un récord histórico. España trabaja. España produce. España camina.

Y sin embargo, en las aceras por donde transitan los trabajadores de a pie, el suelo se ha vuelto más frío.


El trabajador invisible: más horas, menos vida

No se puede negar: hay más contratos, más empleo, menos paro. Pero quienes ya estaban dentro del engranaje en 2018 —la masa silenciosa de camareros, técnicos, conductores, dependientas, enfermeros, reponedoras, administrativos y jóvenes licenciados— han visto cómo, año tras año, su esfuerzo rendía menos frutos.

file-20231212-15-thdvhk-1024x504 Menos paro, más empleo y más pobreza: un éxito a medias

Las horas se han alargado —a menudo sin reflejo en la nómina—, los sueldos apenas han subido y la inflación, en cambio, ha galopado sin tregua. Un piso de alquiler que en 2015 costaba 700 euros en el extrarradio, hoy exige más de 1.200 en una capital cualquiera. La cesta de la compra, convertida en artículo de lujo. La vivienda, un objeto mítico, cada vez más lejano para quienes sostienen el país desde abajo.

Se trabaja más. Se vive peor. Y todo ello en un país que, en lo macroeconómico, se permite presumir de crecimiento europeo.


¿Quién ha ganado entonces?

Los datos muestran una paradoja moral: España ha crecido, pero los de siempre —los de abajo— han menguado. ¿A quién ha beneficiado entonces esta etapa de prosperidad numérica?

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A las grandes corporaciones, sin duda, cuyas cuentas de resultados celebran años de expansión. A los fondos de inversión que compran vivienda como quien colecciona arte. A quienes ya estaban cómodamente instalados en la clase media-alta. A algunos sectores recién integrados en el tejido laboral, cuyo acceso al empleo ha sido real, pero no exento de precariedad.

Mientras tanto, los trabajadores base han perdido calidad de vida. No sólo en términos económicos, sino en ese tiempo robado que antes se dedicaba a leer, a criar, a amar, a vivir. El progreso ha tenido un precio, y lo ha pagado el alma obrera de la nación.


España se mira al espejo: ¿modernidad o maquillaje?

Es fácil dejarse engañar por las cifras. Son limpias, redondas, científicas. Pero los cuerpos no mienten. El cansancio se ha infiltrado en los huesos del país, como la humedad que corroe las vigas de una casa en apariencia renovada.

¿De qué sirve que el paro descienda si los sueldos se estancan? ¿De qué nos sirve el pleno empleo si no podemos pagar la leche, el alquiler o un libro? ¿Es esto el progreso?

La España de 2025 ha ganado en estadística, pero ha perdido en dignidad cotidiana. El trabajador de 2018, que soñaba con un futuro mejor, mira hoy su presente con escepticismo. Y se pregunta, con amarga claridad: si todo ha mejorado, ¿por qué yo estoy peor?


Epílogo: el espejismo de los números

Este no es un artículo contra el progreso, sino una advertencia lírica: el verdadero avance no se mide en millones de afiliados a la Seguridad Social, sino en la calidad de los sueños que se pueden tener con un sueldo decente. En la posibilidad de independizarse antes de los 40. En la certeza de que trabajar no es sobrevivir.

España ha avanzado, sí. Pero en la cinta de correr del capitalismo contemporáneo, no basta con correr: hay que saber si avanzamos o simplemente agotamos nuestras piernas en un lugar fijo, mientras otros —los de siempre— recogen los frutos de nuestra carrera.

En síntesis

AspectoSituación 2018Realidad 2025
Paro nacional≈ 14 %≈ 10–11 %
EmpleoMenos afiliaciónRegistro histórico (22M+)
Salarios realesAlgo alineados con CPIInferiores al aumento de precios
Vivienda (renta y compra)Más asequibleAumento entre 44 % y 80 %
Jornadas laboralesFormalizadasMás horas y brecha salarial
Quién ha mejorado económicamenteNuevos contratados, capitalGrandes inversores

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