Nintendo Store engaña a sus subscriptores con el Virtual Boy
Nintendo y el laberinto del engaño digital: el caso del nuevo Virtual Boy
Nintendo ha vuelto a demostrar que, cuando se trata de cobrar, todo funciona con la precisión de un reloj suizo; pero cuando se trata de respetar al consumidor, las manecillas se atascan en la trampa burocrática de su propia tienda online.
El nuevo periférico anunciado con bombos y platillos —un Virtual Boy exclusivo para suscriptores del servicio Nintendo Switch Online + Expansión Pack— llega acompañado de un problema mayúsculo que en España roza el fraude de consumo.
El mecanismo es perverso en su simpleza:
- Si un adulto, con buena fe, asocia su cuenta principal a la de su hijo para gestionar de forma responsable el uso de la consola, Nintendo penaliza esa responsabilidad.
- Al entrar con la cuenta adulta en la Nintendo Store, la web no reconoce la suscripción activa (¡aunque el adulto es quien la paga!). Resultado: la compra está bloqueada desde el inicio.
- Si se intenta acceder con la cuenta infantil, ocurre lo contrario: sí deja añadir el periférico al carrito, pero al llegar al pago, la misma tienda recuerda que se trata de una cuenta menor de edad y veta la operación.
Un callejón sin salida perfecto.
Y la respuesta oficial de Nintendo Store es aún más insultante: ajo y agua. Que te aguantes. La suscripción, eso sí, la cobran sin trabas. Pero el producto estrella al que supuestamente da acceso esa suscripción se convierte en un espejismo.
Nintendo España, consultada por los usuarios, se limita a encogerse de hombros, incapaz de ofrecer una solución. Así, miles de familias españolas que han pagado religiosamente la cuota anual de Nintendo Switch Online + Expansión Pack se ven estafadas, impedidas de acceder a lo prometido solo por haber tenido la sensatez de asociar la cuenta al perfil de un hijo.
En resumen: Nintendo publicita un periférico disponible para suscriptores, pero en la práctica veta el acceso a una parte de ellos. Y lo hace con un sistema diseñado de tal manera que no es un fallo, sino un cerrojo consciente. Una puerta que se cierra en las narices de quienes cumplen las reglas.
¿La moraleja? Nintendo convierte la fidelidad de las familias en un castigo y, con ello, se retrata como lo que siempre ha querido ocultar tras la máscara de colores y sonrisas: una corporación que solo entiende de cajas registradoras.