VERGÜENZA DE PAÍS

VERGÜENZA DE PAÍS

El papel de las influencers en las crisis ha sido duramente cuestionado tras la dana en Valencia. En lugar de aportar claridad en un momento crítico, algunas figuras influyentes como María Pombo y otras colegas del ámbito digital se convirtieron en altavoces de bulos y desinformación, debilitando la confianza en instituciones y organismos de ayuda. Su actividad en redes sociales, normalmente centrada en el marketing de productos de moda y estilo de vida, derivó en mensajes alarmistas que, además de confundir a sus millones de seguidores, desestimaron esfuerzos de los medios y servicios de emergencia, como la UME.

Algunos de los bulos más difundidos incluyeron historias de miles de cadáveres en parkings, rumores sobre la inacción de la UME y desprestigio hacia las ONG, a las que acusaron de ocultar ayuda. Este tipo de mensajes no solo genera alarma social, sino que desestima el trabajo de organizaciones experimentadas. Expertos como Raúl Magallón sugieren que los organismos públicos deberían gestionar mejor la participación de influencers, dado el impacto que tienen en un público que se informa cada vez más en redes.

En paralelo, el narcisismo inherente al ecosistema influencer tampoco ha pasado desapercibido. Entre el caos, algunas figuras encontraron en la tragedia un medio para aumentar su exposición, aludiendo a una cercanía afectada o exhibiendo gestos banales de «ayuda» que resultaban ofensivos para muchos. En un ambiente ya cargado de desconfianza, influencers como Gala González han mostrado escepticismo ante el nivel de egocentrismo disfrazado de buenas intenciones, mientras que otros, como Gigi Vives, han hecho un mea culpa sobre la propagación de noticias falsas.

La dana ha puesto en evidencia la profunda desconexión entre el afán por «ayudar» y la responsabilidad que implica ser fuente de información. En última instancia, la relación entre desinformación y crisis humanitaria merece un análisis crítico, cuestionando hasta qué punto el poder de un influencer debería ser compensado con una responsabilidad que estos mismos, en su mayoría, parecen ignorar.