Vie Chidiac al desnudo para Passionatte

Vie Chidiac: la imagen que sueña con movimiento

Hay rostros que no posan, sino que narran. Cuerpos que no desfilan, sino que insinúan mundos. Y hay nombres —todavía breves, casi susurrados— que parecen estar escribiéndose en presente continuo, como si su verdadero verbo aún no hubiese llegado. Vie Chidiac es uno de ellos.

En las galerías del mundo visual, donde la fotografía dicta silencios y las campañas imprimen ideologías de belleza, Vie se desplaza como una presencia oblicua y sutil. No grita, no exige, no se impone: su poder es de esos que uno siente segundos después, como un perfume o un pensamiento que llega tras el gesto.

El arte de insinuar sin pronunciar

Representada por agencias de las cuatro capitales visuales del mundo —Nueva York, París, Milán, Barcelona—, Vie ha ofrecido su rostro a marcas como MAC o Simons y ha sido retratada por revistas como Glamour South Africa y Vogue India. Pero su verdadero papel parece no haberse definido aún. Como si todas esas editoriales fueran apenas ensayos para una obra mayor.

Tiene 175 centímetros de narración vertical. Una piel que no grita juventud sino que murmura misterio. Ojos que no imitan la belleza estándar, sino que la reformulan. En su mirada hay una melancolía elegante, como de actriz del cine mudo que se coló por error en una pasarela del siglo XXI.

Cinematografía latente

En “Feel” para Glamour South Africa, sus movimientos parecen planos secuencia más que poses. En “Playhouse” para Vogue India, su cuerpo y los decorados no solo conviven: se funden como lo harían el decorado y el personaje en un film de Peter Greenaway o Wong Kar-wai. Vie no posa: coreografía una atmósfera.

Uno no puede evitar preguntarse: ¿qué haría esta mujer si cambiara el flash por el foco, el set fotográfico por un decorado sonoro, el silencio del clic por un diálogo susurrado? Todo en ella pide cine.

La actriz que duerme bajo la modelo

No es raro pensar que Vie, aún sin filmografía, encarne ya una figura cinematográfica en estado larvario. Como si cada campaña, cada editorial, cada desfile fuera un fotograma aislado de una película por venir. Una musa de la imagen fija que sueña con moverse. Un guión sin palabras que busca su director.

Tal vez no falte mucho para verla transitar la frontera difusa entre la moda y el cine, ese territorio donde habitan criaturas como Tilda Swinton o Eva Green. Mujeres que actúan incluso cuando están quietas, que narran sin hablar.

Un gesto que viene del futuro

Vie Chidiac no es el nombre de una estrella fugaz ni de una celebridad ruidosa. Es, más bien, un gesto del porvenir. Una página en blanco con perfume a celuloide. La posibilidad de que la belleza —cuando se es fiel a sí misma— acabe reclamando su derecho a contar historias.

Y si eso ocurre, no será extraño verla encarnar personajes en películas que mezclen lo visual con lo sensorial, lo poético con lo radical. Cine sin concesiones. Moda sin ornamento. Presencia pura.

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