Faraón es uno de esos films de culto que uno debe intentar ver al menos una vez. Podríamos estar sin lugar a engaños ante la mejor representación fílmica ambientada en el Egipto Clásico. La película polaca del renombrado director Jerzy Kawalerowicz, basada en la novela histórica de Boleslaw Prus, editada en 1897, cuenta la historia del joven faraón Ramsés XIII en su lucha por recuperar el poder y la hegemonía de la realeza frente al creciente poder, religioso y también político, de la casta de sacerdotes de Amón. Y desde el día de su estreno, impresionó a todo aquel que se acercó a degustarla y como veremos, por más razones de las que aparenta.
Aunque la obra tiene un complejo estudio de lenguaje cinematográfico. Sólo el inicio es realmente sublime: comienza con la imagen de dos escarabajos (metáfora de los poderes político y religioso) disputándose una bola de estiércol (Egipto) en medio del árido desierto. Debido a que son animales sagrados en el Antiguo Egipto, el ejército del faraón que se topa con ellos mientras realizaba maniobras de entrenamiento, es instado por los sacerdotes a dar un inmenso rodeo por temor a pisarlos. En ese momento, la cámara realiza un travelling subjetivo hacia atrás donde a modo de plano secuencia nos deja ver la cantidad de hombres que escoltan a la realeza, y créanme si les digo, que no creo haber visto algo tan ambiciones en muchas otras ocasiones.
La película nos relata pues, un conflicto propio de la Polonia del XIX, la lucha entre el poder político y el catolicismo ortodoxo, a través del Egipto del II Periodo Intermedio (1800 a.C. – 1550 a.C.). La crítica hacia la religión es también fruto del momento histórico de realización del filme: la Polonia comunista de los años sesenta. Kawalerowicz no sólo nos presenta a los sacerdotes como conspiradores y ambiciosos, sino que además retrata a un pueblo ignorante, ingenuo y supersticioso que se deja manipular frente a ellos.
Pero una vez comentada esta pequeña pincelada crítica, diremos para alegría de muchos y disgusto de pocos, que hoy hemos rescatado Faraón por ser uno de los primeros films de los años 60 que se atrevieron a mostrar el desnudo en plenitud en varias de sus secuencias, siendo así uno de esos films que los espectadores españoles buscaban en los rincones del arte y ensayo por algunas razones más que las del arte ni y el ensayo, sino más bien, con las bondades físicas de Barbara Brylska, actriz que se atreve a dejar esas pinceladas eróticas que también sentaron a la compleja producción.