Escenas eróticas del cine clásico | Barbara Brylska al desnudo en Faraón (1966)
Barbara Brylska: el erotismo monumental en faraón
En Faraón (1966), la cámara de Jerzy Kawalerowicz se convierte en un arqueólogo del cuerpo y del tiempo, descubriendo, entre jeroglíficos y templos colosales, la presencia de Barbara Brylska como un relieve vivo de la eternidad. La actriz, con su belleza hierática y su porte escultórico, no solo interpreta a una mujer de la corte faraónica; encarna el eco carnal de un mundo que, en la piedra, alcanza la perfección, pero que en la carne encuentra su contrapunto más delicado y sensualmente humano.

El erotismo de Brylska es un lenguaje sutil y arrebatador. No se trata de la mera exposición del cuerpo, sino de una danza de gestos, miradas y movimientos que parecen dictados por un ritmo ancestral. Su desnudez, cuando se revela ante la cámara, se asemeja a la superficie pulida de un relieve egipcio: tersa, luminosa, calculadamente perfecta. Cada curva, cada inclinación, dialoga con la monumentalidad de su entorno; su piel parece absorber la luz del sol que baña los templos y desiertos, convirtiéndose en un contrapunto vivo a la solemnidad pétrea que la rodea.

Kawalerowicz la filma con un respeto casi litúrgico, transformando su sensualidad en un acto estético que roza lo metafísico. La actriz no solo desnuda su cuerpo, sino la eternidad del Egipto faraónico; su erotismo se siente como un soplo vital que recorre los corredores de los palacios y los patios de las pirámides, un recordatorio de que incluso en los imperios más colosales, la belleza humana persiste y dialoga con la memoria de los siglos.

El contraste entre la suavidad de Brylska y la geometría inmutable de la arquitectura egipcia genera una tensión visual fascinante: la carne se convierte en mármol efímero, la mirada en un jeroglífico que habla de deseo y de historia. La película deja de ser solo un relato de poder y política; se convierte en un óleo viviente donde la sensualidad humana reverbera como un canto silencioso, una música que resuena entre las piedras y la arena.
Barbara Brylska, en Faraón, nos recuerda que el erotismo no es mera provocación, sino un instrumento de contemplación: un diálogo entre lo colosal y lo íntimo, entre la historia que se erige en monumento y la belleza que respira, palpita y habita los cuerpos que la habitan. Su presencia convierte la pantalla en un templo vivo, donde el deseo y la eternidad se funden en una sola visión de perfección.

Faraón es uno de esos films de culto que uno debe intentar ver al menos una vez. Podríamos estar sin lugar a engaños ante la mejor representación fílmica ambientada en el Egipto Clásico. La película polaca del renombrado director Jerzy Kawalerowicz, basada en la novela histórica de Boleslaw Prus, editada en 1897, cuenta la historia del joven faraón Ramsés XIII en su lucha por recuperar el poder y la hegemonía de la realeza frente al creciente poder, religioso y también político, de la casta de sacerdotes de Amón. Y desde el día de su estreno, impresionó a todo aquel que se acercó a degustarla y como veremos, por más razones de las que aparenta.








Aunque la obra tiene un complejo estudio de lenguaje cinematográfico. Sólo el inicio es realmente sublime: comienza con la imagen de dos escarabajos (metáfora de los poderes político y religioso) disputándose una bola de estiércol (Egipto) en medio del árido desierto. Debido a que son animales sagrados en el Antiguo Egipto, el ejército del faraón que se topa con ellos mientras realizaba maniobras de entrenamiento, es instado por los sacerdotes a dar un inmenso rodeo por temor a pisarlos. En ese momento, la cámara realiza un travelling subjetivo hacia atrás donde a modo de plano secuencia nos deja ver la cantidad de hombres que escoltan a la realeza, y créanme si les digo, que no creo haber visto algo tan ambiciones en muchas otras ocasiones.

La película nos relata pues, un conflicto propio de la Polonia del XIX, la lucha entre el poder político y el catolicismo ortodoxo, a través del Egipto del II Periodo Intermedio (1800 a.C. – 1550 a.C.). La crítica hacia la religión es también fruto del momento histórico de realización del filme: la Polonia comunista de los años sesenta. Kawalerowicz no sólo nos presenta a los sacerdotes como conspiradores y ambiciosos, sino que además retrata a un pueblo ignorante, ingenuo y supersticioso que se deja manipular frente a ellos.
Pero una vez comentada esta pequeña pincelada crítica, diremos para alegría de muchos y disgusto de pocos, que hoy hemos rescatado Faraón por ser uno de los primeros films de los años 60 que se atrevieron a mostrar el desnudo en plenitud en varias de sus secuencias, siendo así uno de esos films que los espectadores españoles buscaban en los rincones del arte y ensayo por algunas razones más que las del arte ni y el ensayo, sino más bien, con las bondades físicas de Barbara Brylska, actriz que se atreve a dejar esas pinceladas eróticas que también sentaron a la compleja producción.
PELÍCULA COMPLETA CON DESNUDO COMPLETO HORA/MINUTO 1:03:32