Son las cinco y no he comido: la epopeya del estómago vacío

Son las cinco y no he comido: la epopeya del estómago vacío

En la tarde de hoy, cuando las agujas del reloj rozaban ya las cinco tras una comparecencia maratoniana desde las entrañas de Ferraz, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y, por lo visto, hombre de carne y hueso con tripas que también protestan, cerró su intervención con una frase destinada a coronarse como himno pop de la jornada: “Son las cinco y no he comido.”
Una confesión más propia del zumbido familiar en la cocina que del clímax discursivo de un presidente sitiado por los espectros del «caso Koldo». La sala rió. Las redes sociales estallaron. TikTok, Twitter y demás ágoras digitales se rindieron ante la chispa de una sinceridad trivial, pero incendiaria.

El menú inesperado: empatía a la plancha o maniobra al dente

Mientras la oposición y buena parte de los navegantes digitales cocinaban la frase al fuego lento del sarcasmo, atribuyéndole tintes de frivolidad o incluso de calculada victimización, la prensa afín despachaba titulares con aire de trascendencia: “lo importante es que se ha producido el debate…”
Así, lo que parecía un desliz de sobremesa se reempaquetó como un gesto de cercanía, una ventana a la humanidad del líder. ¿Error táctico, estrategia con salsa o simplemente hambre sin disimulo?

El PP: hambrientos de carnaza

Borja Sémper, siempre dispuesto a servir el plato frío de la crítica, no tardó en describir la escena como síntoma de una desconexión cósmica con la realidad. Javier Almeida, alcalde de Madrid y chef ocasional de la ironía, remató: “ha hecho esperar a los periodistas tres horas… y se va porque tiene hambre.”
La oposición no quiso paladear el discurso de unidad, ni el postre de la convivencia. Lo que reclamaban, con vehemencia casi gastronómica, era algo más contundente: respuestas y explicaciones. Pero el menú del día traía… bocadillo de titular.

Un presidente con hambre… y quizás hambre de foco

Lo fascinante es cómo esa frase, tan doméstica como efectiva, desplazó en segundos el foco del asunto espinoso: el caso de corrupción que sobrevuela su Ejecutivo. Mientras Ábalos y las auditorías internas pasaban al fondo del cuadro, el reclamo por una merienda se alzaba como la nueva bandera viral. Prioridades, al parecer, bien aliñadas.

El humor como plato fuerte

Y, claro, las plataformas digitales sirvieron en bandeja lo que mejor saben cocinar: memes, vídeos y parodias. “Son las cinco y no he comido” escaló a trending topic con la agilidad de un camarero en hora punta.
Algunos rescataron viejas perlas del repertorio político para compararlas, aunque esta, con su tempo casi perfecto, sabe a nueva generación: más ágil, más digerible, más meme.

¿Un bocadillo, una estrategia o un golpe de naturalidad?

Las interpretaciones son varias, y todas apetecibles:

  • La ironía espontánea: humaniza, descomprime, regala un destello de lo cotidiano.
  • La estrategia sutil: mostrar fatiga y vulnerabilidad para suavizar la presión mediática.
  • La pura fisiología: simple hambre, en el peor (o mejor) momento, lanzada sin red, o quizás… lanzada con bisturí.

Epílogo: un estómago y un país al borde del aperitivo

Lo cierto es que esa frase, tan inofensiva en apariencia, ha devorado minutos de informativos, columnas de opinión y miles de píxeles hambrientos. En un país donde los titulares huelen a pólvora y a pan recién hecho, el presidente ha logrado algo inaudito: poner a toda la nación a hablar de su almuerzo perdido.

Y al final, quizá la política sea eso: un gran banquete donde cada cual elige en qué plato quiere hincar el diente.
¿Fue un gesto de honestidad? ¿Una maniobra de distracción? ¿O simplemente, como todos, Pedro Sánchez necesitaba… comer?

Puede que te hayas perdido esta película gratuita