La gran mentira de la información: una reflexión sobre el control del pensamiento

La gran mentira de la información: una reflexión sobre el control del pensamiento

Desde los albores de la civilización, el conocimiento ha sido una forma de poder. El relato de los hechos, la construcción de la memoria y la transmisión de lo que se considera verdad han estado siempre en manos de quienes detentan la autoridad. La historia no es otra cosa que una narrativa oficial. No se trata, en esencia, de lo que ocurrió, sino de cómo fue contado. Así, lo que llamamos «información» ha sido, durante milenios, el instrumento más eficaz de dominación.

En el pasado fueron los sacerdotes, los escribas o los reyes quienes custodiaban los secretos del mundo. Hoy, esa misión ha sido delegada a plataformas multiformes: la televisión, la radio, los periódicos, las páginas web, las redes sociales… todas ellas presentadas bajo el disfraz de la objetividad o del pluralismo, pero en el fondo regidas por las mismas reglas inmemoriales: la obediencia al poder y al capital.

articulos-363088-1024x576 La gran mentira de la información: una reflexión sobre el control del pensamiento

Resulta ingenuo pensar que un medio de comunicación pueda ser neutral. Todo medio responde a una línea editorial, y esa línea no surge del espíritu de la verdad, sino de intereses concretos. Un diario como El país se mueve en la órbita de una izquierda liberal acomodada, globalista y empresarial; Abc, por su parte, representa el pensamiento conservador de las élites tradicionales. Y en medio, propuestas como Newtral, que bajo la apariencia de «verificadores de hechos», se erigen en árbitros morales de una verdad que, como no puede ser de otra forma, también responde a patrones ideológicos e intereses económicos.

La paradoja se revela cuando incluso quienes denuncian la manipulación caen en su propia forma de sesgo. La «verdad» se convierte entonces en un mercado, en un bien escaso y costoso, reservado a quienes poseen las herramientas intelectuales, el tiempo y la voluntad para buscarla en medio del ruido. El ciudadano medio, atrapado entre jornadas laborales extenuantes, deudas, obligaciones familiares y un bombardeo constante de estímulos digitales, rara vez dispone de la serenidad y del criterio necesarios para distinguir la información del relato interesado.

¿Y entonces, qué puede hacer el pueblo? ¿Dónde buscar la verdad? ¿Cómo escapar de esta manipulación que no es solo contemporánea, sino ancestral?

1605548214311-1024x572 La gran mentira de la información: una reflexión sobre el control del pensamiento

La respuesta no es sencilla, pero comienza por la sospecha. Es decir, por una conciencia crítica que sepa dudar de todo, incluso de aquello que confirma nuestras creencias. El pensamiento libre no nace del alineamiento con una ideología, sino de la capacidad de cuestionar incluso las propias convicciones. La desobediencia informativa comienza en el individuo que decide no creer sin antes pensar.

El pueblo, si desea emanciparse, ha de convertirse en lector activo, en buscador implacable, en un alquimista de la verdad que sepa destilar lo esencial del barro de la propaganda. Leer medios de distintas tendencias, estudiar historia con mirada descolonizadora, adentrarse en la filosofía, en la literatura, en los textos fundacionales, en las voces marginadas… Todo eso forma parte de una resistencia íntima pero radical.

El conocimiento, cuando es auténtico, no es cómodo ni masivo. Es solitario, lento, exigente. Pero es la única vía para desmantelar la gran mentira: esa ilusión de transparencia en la que vivimos, ese espejismo de libertad que en realidad es una celda pulida, con pantallas de alta definición.

Que no nos engañen: la información no nos hace libres si no sabemos cómo leerla. La emancipación empieza cuando uno reconoce que lo que escucha, ve o lee ha sido diseñado para influir, no para iluminar. Y solo entonces, en ese acto de desobediencia cognitiva, empieza a brotar la llama de una libertad verdadera. Una llama frágil, sí, pero también invencible si encuentra eco en otros buscadores.

Puede que te hayas perdido esta película gratuita