“Estamos ante la peor generación de padres de la historia, hacen cosas de completos idiotas”

Paolo Crepet y la infancia domesticada: una elegía por la autonomía perdida

El psiquiatra y sociólogo italiano Paolo Crepet, siempre mordaz, siempre frontal, ha vuelto a encender las alarmas con una crítica feroz a los modos actuales de crianza. En sus palabras se cuela la exasperación de quien observa cómo una civilización se autoboicotea en la raíz, transformando la educación en un ritual de sobreprotección disfrazado de amor. Su diagnóstico es rotundo y, para muchos, incómodo: estamos criando a una generación de adultos emocionalmente inútiles, infantilizados hasta el ridículo y dependientes del aplauso digital.

Desde su trinchera intelectual, Crepet lanza dardos sin anestesia: “estos padres son los peores de la historia”, sentencia, con una mezcla de ironía y desesperanza. En una entrevista concedida al medio italiano Libreriamo, el autor de Biting the Sky no se anda con rodeos. Acusa a los progenitores contemporáneos de actuar con una necedad epidémica, incapaces de entender que amar no es envolver al niño en burbujas de seguridad, sino enseñarle a caminar descalzo por la intemperie de la vida.

121613570_167595274982385_7912993233944748048_n-1024x990 “Estamos ante la peor generación de padres de la historia, hacen cosas de completos idiotas”

El secuestro del coraje

Uno de los ejes centrales de su crítica es la sobreprotección como forma encubierta de castración emocional. “Hay que enseñarles a volar, no a quedarse en el dormitorio”, reclama. En su visión, el hogar moderno ha sustituido el aprendizaje del coraje por el confort anestésico, produciendo una nueva especie de adulto: el adulto de treinta años que necesita un GPS emocional para salir de casa, que espera aprobación constante y que, ante la primera frustración, se repliega como un paraguas roto.

Para Crepet, esta fragilidad no nace del niño, sino del entorno asfixiante que lo moldea: padres temerosos, entornos educativos que evitan la incomodidad, y una sociedad que ha sustituido la experiencia vital por el tutorial en YouTube. La consecuencia es una juventud sin temple, sin autonomía, sin una brújula interior.

Influencers y clones digitales

Otra de sus advertencias fulmina el fenómeno de los influencers: “es una desgracia que haya millones de niños siguiendo a estos ídolos de papel”, sentencia. Para Crepet, las redes sociales están sembrando un modelo de identidad plano y homogéneo, donde el individuo se diluye en el algoritmo. La singularidad ha dejado de ser un valor; ahora lo deseable es parecerse al filtro de moda.

En este contexto, la hiperconexión no es una conquista, sino un nuevo tipo de soledad. “La mayor forma de soledad es estar rodeado de las personas equivocadas”, afirma. Relaciones efímeras, validaciones digitales, vínculos sin profundidad: es la sociedad líquida de Bauman en su versión adolescente, donde nadie se moja y todo resbala.

Contra la simplificación banal

Finalmente, Crepet lanza una última estocada: “la gente quiere resolver problemas complejos de forma simple y banal”. La pedagogía actual, en su opinión, ha caído en la trampa de lo instantáneo. Se premia lo superficial, se ignora la raíz del conflicto. Se aplauden fórmulas de autoayuda que suenan bien en un post de Instagram, pero que son incapaces de forjar carácter.

Lo que Crepet propone no es fácil. Es incómodo, incluso reaccionario para los espíritus más progresistas. Pero tal vez en su incomodidad resida su valor. Nos recuerda, con voz alta y sin filtros, que la libertad se enseña a través del riesgo, que la madurez nace del error, y que el amor, el verdadero amor, no siempre dice “sí”.

Porque criar no es proteger del mundo, sino enseñar a enfrentarlo sin miedo, sin pantallas y con alma.

Puede que te hayas perdido esta película gratuita