Famosas y sus disfraces desnudos para Halloween

Las diosas de la noche: cuando Halloween se viste de oro, lentejuelas y deseo

Hay una noche en el calendario norteamericano en la que las estrellas abandonan su pedestal celestial para mezclarse entre máscaras, terciopelos y luces de neón. Es la víspera de Todos los Santos, pero en Hollywood se convierte en un carnaval de fantasías eróticas y mitologías pop. Halloween no es allí una fiesta infantil: es una pasarela de sueños, un escenario donde cada actriz, modelo o cantante recrea su propio mito de belleza.

Desde los años noventa, con las legendarias fiestas de Heidi Klum como santuario del exceso, las celebridades estadounidenses han entendido que el disfraz no es un ocultamiento, sino una revelación simbólica. El cuerpo se convierte en lenguaje, y los trajes —a menudo breves, resplandecientes o de provocadora ironía— son declaraciones de poder, humor y control sobre la propia imagen.

En Los Ángeles y Nueva York, Halloween no es tanto una noche de sustos como una celebración del artificio. El fetiche se disfraza de arte: Cleopatra renace entre flashes, las vampiresas lucen satén en lugar de sangre, y las superheroínas sustituyen la capa por el corsé. Hay algo de viejo cabaret berlinés, algo de performance contemporánea y mucho de cultura de autopromoción en este rito anual del deseo estético.

Pero más allá de la carne, lo que deslumbra es la invención del personaje. Las artistas norteamericanas han convertido Halloween en un laboratorio de identidades efímeras. Cada disfraz es una narración de sí mismas: la diva que se ríe de su fama, la actriz que juega con la iconografía de los ochenta, la cantante que se reinventa como caricatura barroca. Es una noche de libertad, de ironía, de culto al artificio como forma superior de autenticidad.

Porque en el fondo, bajo la purpurina, late una idea muy americana: ser uno mismo es transformarse constantemente. Y pocas fechas condensan mejor ese credo que Halloween, cuando el glamour se disfraza de monstruo y la seducción se vuelve arte escénico.

La noche en que el cuerpo se convierte en disfraz

Cada 31 de octubre, Hollywood celebra su carnaval secreto. Bajo el brillo de los focos y el rumor de las redes sociales, las grandes damas del entretenimiento norteamericano se transforman en heroínas, vampiras, reinas del pop o diosas mitológicas. En esa frontera entre la ficción y la piel, Halloween se convierte en una pasarela donde el cuerpo es símbolo, ornamento y manifiesto.

Heidi Klum, la emperatriz no coronada de esta noche, ha hecho de sus disfraces una forma de arte. En 2013 fue una anciana cubierta de arrugas hiperrrealistas; en 2015, una Jessica Rabbit casi escultórica; y en 2022, un gusano gigante envuelto en látex que hizo del humor su arma más poderosa. A su alrededor, otras artistas han adoptado la sensualidad como un acto de reinvención: Kendall Jenner reinterpretó a Barbarella con reflejos metálicos; Hailey Bieber encarnó a una Betty Boop de mirada traviesa y guantes de satén; Megan Fox resucitó el espíritu gótico de Jennifer’s Body; y Kim Kardashian, maestra del artificio, ha alternado entre Poison Ivy, Cher o Mystique, siempre al borde del mito y la ironía.

Lejos de la vulgaridad, estos disfraces funcionan como esculturas vivas, diseñadas con precisión de alfombra roja. Las transparencias, los corsés y los brillos no son un gesto de exhibición sino de afirmación: la mujer que domina su cuerpo lo convierte en relato visual. Halloween, en este contexto, ya no es una fiesta de sustos, sino un teatro de identidades, donde la carne se transforma en lenguaje y la mirada ajena en parte de la escenografía.

Cada año, la cultura pop reinterpreta el arquetipo de la femme fatale desde el humor y la autoironía. Las redes amplifican el gesto, y los disfraces, por breves que sean, adquieren el peso de una declaración estética. En una época que celebra la imagen como nueva forma de mito, las estrellas del pop y el cine parecen recordarnos que la sensualidad no está reñida con la inteligencia visual; que ser provocadora puede ser también un acto de creatividad.

Halloween, al fin y al cabo, no pertenece a los fantasmas: pertenece a las mujeres que, bajo la máscara, deciden ser su propio personaje. Famosas y sus disfraces desnudos para Halloween

Famosas y sus disfraces desnudos para Halloween

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