¿’Resucitar’ especies? La creación de lobos con ADN de animales extintos agita el debate

La comunidad científica admite la utilidad de avanzar en modificación genética pero cuestiona el interés de la desextinción desde la perspectiva ética, ecologista y animalista.

Rómulo y Remo, los cachorros de lobo modificados genéticamente para emular al extinto lobo huargo


La compañía estadounidense Colossal Biosciences ha presentado, a través de la revista Times, a tres cachorros de lobo huargo, una especie que se considera extinguida hace más de 10.000 años. La empresa ha explicado que los cachorros, gestados en perras domésticas, nacieron gracias a técnicas de ingeniería genética que permitieron insertar trozos de ADN antiguo de lobos huargo en el genoma del lobo gris y así obtener individuos que se asemejan a los extinguidos lobos gigantes o lobos terribles, popularizados a través de la serie Juego de Tronos por ser el símbolo de la Casa Stark.

Colossal se atribuye haber logrado la primera desextinción exitosa de la historia, pero la comunidad científica no lo ve así. Zoólogos, genetistas, ecólogos y expertos en bioética de todo el mundo admiten estar ante un avance en el ámbito de la embriología y la modificación genética pero niegan que lo logrado sea una “resucitación” porque el resultado no es un lobo huargo sino un lobo gris con algunas características de un lobo gigante, un híbrido.

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“Hablan de desextinción para que a la gente le resulte más atractivo y entendible y así captar más donaciones y capital para los proyectos de la empresa, pero en realidad lo que han hecho es tunear un lobo gris, introducirle cambios muy concretos para que se asemeje a cómo se cree que sería un lobo gigante”, explica Gemma Marfany, catedrática de genética de la UB.

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El experimento
El equipo de Colossal Biosciences comparó los genomas del lobo gigante -extraído de dos muestras antiguas: un diente de 13.000 años y un hueso de oido de 72.000– y del lobo gris y determinó que introducir 20 cambios en 14 genes de un total de 19.000 les daría un lobo semejante al huargo.

En concreto, escogieron modificaciones para darle pelaje blanco, mayor tamaño, patas, hombros, cabeza y mandíbulas más fuertes y vocalizaciones características (aullidos y gemidos).
Luego aislaron células de la sangre (endoteliales) del lobo gris, las trataron para convertirlas en embrionarias, introdujeron las modificaciones genéticas con técnicas de edición génica CRISPR y sustituyeron el núcleo de óvulos de lobo gris con los núcleos editados (igual que se hizo para clonar a Dolly), dejando que la célula se multiplicara hasta conseguir embriones sanos.

Esos embriones se implantaron después en el útero de perras sabueso, que fueron elegidas por su gran tamaño. De dos de ellas nacieron por cesárea primero Rómulo y Remo, dos machos, y unos meses después Khaleesi, una hembra.


Rómulo y Remo, los cachorros con genes del lobo huergo, cuando tenían un mes


Tras unos días con la madre sustituta, los cachorros fueron soltados en una reserva ecológica de 817 hectáreas en un lugar de Estados Unidos que Colossal mantiene en secreto para proteger a los animales. Y allí un equipo de veterinarios los cuida y alimenta con carne de res, caballo y ciervo, además de hígado y otra vísceras. Según relatan los responsables del proyecto en Time, ahora la comida se les presenta entera para que puedan desgarrarla como si la hubiesen cazado, pero de momento los cachorros no han matado ninguna presa viva.

Lo cierto es que esos animales habrán de vivir siempre en cautividad y ser criados y alimentados por humanos, lo que ha reavivado más si cabe el debate sobre la modificación genética de especies y, en especial, sobre la conveniencia (más allá del interés económico de las empresas) de desarrollar técnicas de desextinción.

Lo hecho no se justifica desde ninguna perspectiva ética, medioambiental, ecologista o animalista
Núria AlmironCodirectora UPF-Center for Animal Ethics
“Lo que han hecho no se justifica desde ninguna perspectiva ética, ni medioambiental, ecologista o animalista, es solo ego de especie humana, el afán de lograr más conocimiento e intentar superar a la naturaleza; pero experimentar y aprender tiene un límite, que es no hacer daño a seres vivos”, opina Núria Almiron, codirectora del Centro de Estudios de Ética Animal (Center for Animal Ethics) de la UPF.

Reitera, como Marfany, que Colossal no ha logrado desextinguir ninguna especie pero advierte que, si esta u otra empresa lo lograse, “tampoco tendría mucho sentido traer una especie antigua a un hábitat que no es el suyo, a un planeta saturado y con problemas de espacio donde un depredador tiene pocas posibilidades de sobrevivir y expandirse como especie”.

¿Qué sentido tiene recrear especies si no se van a poder reproducir ni recuperar su hábitat?

Marfany también cree que la recuperación de animales extinguidos plantea un problema de ecosistemas. “Los animales extintos como los lobos gigantes desaparecieron porque ecológicamente dejaron de ser viables: cambió el hábitat, se extinguieron los animales grandes de los que se alimentaban, se redujo su propia población dando lugar a problemas de consanguinidad y acabaron por extinguirse, así que ¿qué sentido tiene ahora crear esas especies si no se van a poder reproducir ni recuperar su hábitat?”, reflexiona la catedrática de genética y miembro del Observatorio de Bioética y Derecho de la UB.

Admite, eso sí, que los avances en la secuenciación de estas especies extintas y su estudio puede servir para aprender e incorporar modificaciones genéticas que permitan sobrevivir a especies que ahora están en peligro de extinción. “Los medios quizá sean los mismos, pero el objetivo final es distinto”, enfatiza Marfany.

La justificación de Colossal
Usar las técnicas de desextinción para proteger especies en peligro
Esa es precisamente la razón que aducen los directivos de Colossal para justificar su interés en desextinguir el mamut lanudo (en marzo comunicó que había copiado su ADN para crear un ratón lanudo), el dodo y tilacino (o tigre de Tasmania). Creen que lo que aprenden al recrear al lobo gigante puede usarse para reforzar al lobo rojo, en peligro de extinción. Y que recuperar el mamut puede ayudar a diseñar elefantes más robustos capaces de sobrevivir mejor a los estragos del cambio climático, mientras que recrear el tilacino podría ayudar a preservar a otro marsupial emparentado: el quoll.

Esta modificación genética de animales en peligro de extinción concita más apoyos que la desextinción, pero también tiene sus detractores entre los ecólogos, zoólogos y genetistas, que plantean que se está hablando de desarrollar animales transgénicos y recuerdan que hay un fenómeno llamado pleiotropía por el que un gen influye en más de un rasgo, de modo que las consecuencias de modificar el material genético pueden acabar no siendo las deseadas o esperadas.

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