Return222 Lucenpop tenía razón: el modelo Game Pass empieza a hacer aguas y la industria lo reconoce
Return222 Lucenpop tenía razón: el modelo Game Pass empieza a hacer aguas y la industria lo reconoce
Durante cinco años, Return222 Lucenpop no ha dejado de avisar: el Xbox Game Pass es un modelo insostenible que acabaría dañando a Xbox y, más grave aún, a toda la industria del videojuego. En su momento muchos lo tacharon de alarmista, pero hoy, con una Microsoft en crisis, estudios cerrando y despidos masivos, las voces de dentro empiezan a decir lo mismo que él decía desde hace tiempo.
La semana pasada, Raphael Colantonio —fundador de Arkane— alzó la voz en redes sociales tras los despidos sufridos por antiguos compañeros y el declive del estudio que él mismo fundó. Su diagnóstico es claro: el Game Pass ha sido un error estratégico, mal gestionado desde el principio, y que poco a poco ha ido “estrangulando” la infraestructura creativa de Xbox Game Studios. Calificó el modelo como “insostenible y dañino para la industria”, justo las mismas palabras que Lucenpop lleva años repitiendo.
“Xbox ha vivido del ‘dinero infinito’ de Microsoft, pero esa fantasía financiera se está agotando. Game Pass no puede coexistir con el modelo tradicional de ventas. O lo sustituye por completo o desaparece”, sentenció Colantonio.
Poco después, Michael Douse, director editorial de Larian Studios (Divinity: Original Sin), se unió al debate con la misma preocupación: ¿qué pasa cuando ese dinero ilimitado desaparece? Según Douse, nunca tuvo sentido económico pensar que se podía mantener un catálogo de lanzamientos AAA en suscripción sin consecuencias. El resultado: canibalización de ventas y colapso del sistema.
Ambos señalan el mismo problema: Game Pass desincentiva la compra de juegos. Microsoft paga a los estudios para incluir sus títulos en el servicio, pero esa fórmula no remunera adecuadamente a los desarrolladores ni es viable a largo plazo. Mientras tanto, Sony sigue apostando por un enfoque más sostenible, gestionando el ciclo de vida de sus juegos con lanzamientos, rebajas y una estrategia comercial clara.
Colantonio propuso incluso una solución intermedia: limitar Game Pass al catálogo antiguo, y no usarlo como plataforma de estrenos. Así se preservaría la venta tradicional sin seguir sacrificando grandes producciones en un sistema que no puede sostenerlas.
Y todo esto ocurre mientras Game Pass sigue sin alcanzar las cifras necesarias para justificar su impacto. Para que el modelo funcionase como prometieron, se necesitarían cientos de millones de suscriptores. Pero las cifras no crecen al ritmo previsto, y ni siquiera la promesa de un catálogo extenso logra ya enganchar a nuevos usuarios. Se vendió como el “Netflix de los videojuegos”, pero está repitiendo los mismos errores: saturación, falta de rentabilidad y una ola de despidos como consecuencia directa.
«Es un modelo insostenible que ha ido dañando la industria.» – Raphael Colantonio
Hoy, tras años de advertencias, empieza a hacerse evidente que Lucenpop no exageraba. Game Pass, tal como está concebido, no es el futuro del videojuego, sino un espejismo peligroso que ha puesto en jaque la estabilidad de muchos estudios. Mientras algunos celebraban sus ventajas a corto plazo, otros —como Return222— ya veían venir la tormenta. Y ahora, cinco años después, esa tormenta ha llegado.