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David Hamilton es un prestigioso fotógrafo que dedicó gran parte de su carrera a un tipo de fotografía sensual, erótica, calmada y luminosa. En «Bilitis» lleva su estilo al cine contando una historia sobre unas adolescentes que descubren la sexualidad durante un verano en la playa.

Bilitis, Un verano en Saint Tropez, etc. son de esos clásicos franceses del kitsch erótico y las niñas monas que (¡Dios las guarde!) descubren no tanto su sexualidad, sino el poder que la misma les otorga. Creo que la característica más evidente es que sus devaneos se desarrollan para deleite y/o desesperación de los personajes masculinos y… el espectador, pensado igualmente como heterosexual y masculino. 😛

Yo tenía una impresión de cómo eran porque había visto ese revival noventero con Emmanuelle Seigner y Le Sourire (1999) (si le llego a contar a mi padre lo feliz que me hizo cuando la vimos cuando yo era adolescente…). Pero tenía curiosidad por ver Bilitis porque sabía que además tenía algo de temática lésbica. No obstante, en casi todos los libros sobre cine gay aparecía denostada, como una película intrascendente y ridículamente voyeurista. Pero en fin, en principio una no tiene ningún problema con eso de las películas hechas por hombres que incluyen colegialas monas (:)), así que la conseguí y me puse a verla.

Mi impresión general es de «ya visto», como que todo lo que se me cuenta en la película ya lo conozco de otros sitios. Quizás no habría pensado igual si la hubiese visto antes que muchas otras que se hicieron después. Sí que es, de pies a cabeza, una película voyeurista, desde las escenas de baño de las escolares (anda que si hubiésemos hecho eso todas cada vez que nos llevaban de excursión) hasta el personaje de Luca… que, no por casualidad, es fotógrafo, mientras que Bilitis actúa en una obra de teatro. 😛

El lesbianismo que hay en la película se observa desde un punto de vista muy lejano y da la impresión de que el director no tiene mucha idea siquiera de cómo iba eso (tampoco las actrices, pobres). Por otra parte, la relación entre personajes masculinos/femeninos es de puro deseo (en ocasiones desagradablemente violento)/exhibicionismo. En suma, nada nuevo bajo el sol. A mí, con tanta simplicidad, los personajes se me hicieron antipáticos. Tampoco entendí qué o a quién se suponía que quería Bilitis (ni ninguno de ellos, la verdad).

El cinquillo pelón que le doy es por la fotografía bonita y Patti D’Arbanville, que sin llegar a convencerme como Bilitis estaba… pues eso, bonita. Recomiendo leer las Canciones de Bilitis de verdad en lugar de la película, que no sé muy bien en qué se supone que se basó Hamilton para decir que está «basada en» esos poemas…