El estallido redentor de Netflix: Kathryn Bigelow y la promesa de ‘House of dynamite’

En 2025, esa expiación lleva nombre de mujer: Kathryn Bigelow. Y título de pólvora: ‘House of dynamite’.

Bigelow, que no dirige una película desde Detroit (2017), regresa con la fuerza de una explosión controlada, con la inteligencia de quien conoce los mecanismos del poder y la violencia como quien conoce los latidos de un animal salvaje. Ganadora del Oscar por En tierra hostil, primera mujer en arrebatar esa estatuilla al imperio masculino del cine bélico, Bigelow no rueda: disecciona. Opera. Detona. Y ahora lo hace en el corazón de la maquinaria Netflix.

MCDZEDA_EC019-1024x768 El estallido redentor de Netflix: Kathryn Bigelow y la promesa de ‘House of dynamite’

Una dinamita para los cimientos

‘House of dynamite’ no es un título al azar. Es declaración de intenciones. Según fuentes cercanas al rodaje, la cinta —envuelta aún en un halo de secreto— gira en torno a una célula revolucionaria femenina infiltrada en un Estados Unidos corroído por el negocio de la seguridad privada. Una película de acción y tensión política, sí, pero también un ensayo fílmico sobre el cuerpo como campo de batalla, la violencia como estructura narrativa, y el sistema como enemigo íntimo.

La fotografía, obra de Greig Fraser (el mismo de Dune), apunta a lo que tantos hemos extrañado en Netflix: textura. Grano. Sombra. Luz tangible. Un mundo que no parezca renderizado. Porque el problema de Netflix no es solo el contenido: es el envoltorio. La asepsia. Esa maldición digital que convierte toda imagen en superficie pulida, carente de sudor, de roce, de error.

Bigelow parece haber exigido control absoluto. Nada de fondos verdes apáticos ni localizaciones genéricas: se ha rodado en escenarios reales, con efectos físicos y un diseño sonoro que, según se rumorea, busca “devolver al espectador el vértigo físico del cine”.

NEWS-SOCIAL-MEDIA-2025-06-18T173648.281-819x1024 El estallido redentor de Netflix: Kathryn Bigelow y la promesa de ‘House of dynamite’

La penitencia anual del gigante rojo

Cada año, Netflix parece programar una película para salvar el honor. En 2019 fue El irlandés, en 2021 El poder del perro, en 2022 Blonde, en 2023 Maestro, en 2024 Frankenstein de Guillermo del Toro. Obras destinadas no tanto a conquistar audiencias como a lavar el pecado industrial de haber banalizado el lenguaje cinematográfico.

‘House of dynamite’ se perfila como el exorcismo de 2025. Y la elección de Bigelow no es inocente: su cine es político sin ser panfletario, físico sin ser gratuito, íntimo sin perder escala. Ella puede hacer que el espectador se olvide de que está viendo Netflix. Y esa es, en última instancia, la gran redención.

Una película como trinchera

Hay quienes ven en esta película la oportunidad para Netflix de reconciliarse con el cine como experiencia artística, no como simple producto de consumo. No es una cuestión de nostalgia, sino de ética visual. House of dynamite puede ser ese disparo que abra una grieta en el muro de la homogeneidad. Puede ser el inicio de una etapa menos complaciente, más audaz, donde el cine deje de ser “contenido” y vuelva a ser obra.

Si Bigelow logra encender la mecha, tal vez otros sigan el camino. Tal vez Netflix entienda que no basta con distribuir películas: hay que hacerlas vibrar. Y para eso, se necesita algo más que presupuesto: se necesita visión.


¿Será ‘House of dynamite’ la detonación que despierte a la bestia dormida?
La respuesta estallará en 2025. Y algunos, entre las ruinas, tal vez volvamos a creer.

Puede que te hayas perdido esta película gratuita